Recordando a GLADYS PACHECO : Homenaje póstumo
El sábado 30 de octubre del año en curso, entre las dos y las tres de la tarde, fallece en su habitación de Los Chaguaramos (Caracas), nuestra querida Gladys Pacheco.
El teatro pierde en esta oportunidad a una mujer tenaz, emprendedora y creativa.
Yo conocí a Gladys en el año noventa y dos, justo cuando entraba a la compañía Tilingo y se le invitaba a ella a formar parte del elenco de El pájaro azul, una de las últimas propuestas teatrales de Clara Rosa Otero Silva. Durante esos meses, aprendí a querer a Gladys... mujer difícil, dura, recta... siempre apostando por la verdad, la disciplina, lo correcto... Pero, ¡ojo!, detrás de aquella mujer vertical había siempre--en algún rincón de sus ojos o de su pecho--una madre que limaba las asperezas con su ternura, o una muchacha que se burlaba de todo y de todos con su gran sonrisa.
Así la quise siempre, de extremo a extremo. Fue una figura a la que siempre me unió un gran cariño y admiración. Tuve la suerte de verla construir sus personajes, tuve la oportunidad de dirigirla y de sentir--a la vez--su autoridad como Presidenta de nuestra agrupación Teatro Espacio Vital, un grupo que ella supo convertir en casa rodante, en familia teatral, en amor fiel y complejo...
También probé su cocina, desde lo más elemental hasta la exquisitez del pollo relleno. Compartí con Gladys, horas buenas y horas tristes; años viejos y nuevos; retazos de recuerdos y momentos de efervescencia creativa. Porque Gladucha--como le decía a veces cariñosamente--, tenía una manera muy particular de leer los diseños de vestuario; lectura que seguramente agradeció más de un diseñador de este país, al comprobar que el resultado, siendo aún muy semejante al trazo plasmado en la hoja, se empinaba con fuerza teatral muy por encima de lo planificado y hasta de lo soñado.
¿Cuántas cosas habrá contado Gladys en cada traje? ¿Cuánta dramaturgia de hilos y cintas nos regaló? ¿Cuánta creatividad e imaginación puso en cada sombrero, en cada falda, en cada capa? Gladys fue, ante todo, una actriz... actriz que construyó trajes, de la misma manera en que bordó sus personajes...
Un jueves 31 de octubre del año dos mil dos, sobre las cuatro de la tarde, muere Frank Decarip, nuestro entrañable amigo del Espacio Vital, casi un hermano para Gladys Pacheco. ¡Qué extraña concurrencia!
Mi querida Gladys, hoy no encuentro traje más pesado que el que nos deja tu ausencia. Y aunque tengo un cofre inmenso, repleto de cosas para contarte, prefiero unirme esta noche al silencio de los teatros que te vieron crecer.
Eddy Díaz Souza
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