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TEATRIN VIAJERO

LAS BODAS DE MIAU®

LAS BODAS DE MIAU®

por Bruno Mateo

(Inspirada en el mito griego de la Discordia)

Lo que un escritor de verdad debe hacer es atrapar dragones y disfrazarlos de liebres.Roberto Bolaños (escritor chileno. 1953-2003).


Personajes:

Acuario. Ama de llaves del Gatolimpo. Gata gorda y de tez blanca.
Afrodita. Gata negra. Diosa del Gatolimpo.
Hera: Hermana de Afrodita. Diosa del Gatolimpo.
Atenea. Diosa hermana de Afrodita y Hera.
Zeus. Dios de los Dioses. Preside al Gatolimpo.
Hermes. Gato negro y guapo. Hijo de Zeus y hermano de Hera, Atenea y Afrodita.
Apolo. Dios del Gatolimpo. Enamorado de Afrodita.
Pavo Real. Ave fantástica, habitante del Gatolimpo. Amigo fiel de Discordia.
Plumas. Plumas del pavo real.
Discordia. Gata, habitante del Gatolimpo. Enemiga de la familia de Zeus.
Coéforas. Seres infernales. Enemigas de Apolo.


ACTO I.
La urdimbre del Gatolimpo

(Es una madrugada demasiada iluminada como para creer que la Luna es la responsable. Es tiempo de dioses y héroes. Aparece Acuario presurosa al centro de la plaza, una gata angora blanca, gorda, de esas que provoca abrazarla. Maúlla. Reclama la presencia de alguien. Atrás, casi en penumbras, escondidas de miradas impertinentes, hay tres gatas negras, muy delgadas, tendidas sobre pedazos de columnatas. La gata gorda y blanca evidencia su molestia. Mira para un lado y el otro hasta que logra divisar a las tres gatas).

Acuario. Con que allí están. ¡Gatas bandidas! ¿No oyen que las llamo?

Afrodita. ¿Cuál es el escándalo, odiosa Acuario?

Acuario. Si no lo recuerdan, hoy se celebran las bodas de Miau y ustedes tres son las madrinas.

Atenea ¡Ya lo sé!

Acuario. Tu todo lo sabes Atenea, pero no veo que muevas las patas. Miren la hora que es y aún faltan detalles.

Hera. Estás vieja, Acuario.

Acuario. Mira, muchachita. Mejor se bajan de allí y entran a Palacio.

Las tres. ¡Miau!

Acuario. ¡Ahora!

Atenea. No pienso bajarme de aquí.

Hera. Estamos muy cómodas.

Afrodita. ¿No ves que necesito los últimos rayos de la Luna a quien llaman Selene para conservarme hermosa?

Acuario. Tengo tanto que hacer y no voy a perder mi tiempo con tres gatas fastidiosas, maleducadas, melindrosas.

Atenea. Mejor te vas.

Acuario. Pareciera que no me quisieran. ¡Claro! Como ya estoy vieja.

Hera. Acuario, no vayas a empezar.

Acuario. Sólo soy una gata vieja.

Hera. Pero, ¡qué fastidio!

Acuario. Un día su padre Zeus, seguro me arrojará a la Tierra de los humanos

Hera. ¡No puede ser!

Acuario. ¡Qué espantoso final para una gata como yo! ¿Qué será de mí? Maullando para que esos infelices me arrojen sus sobras.

Afrodita. Por favor…

Acuario. ¿Rodeada de hombres y mujeres que se pelean todos los días por estupideces? ¿Sabían que ellos maltratan a los gatos?

Atenea. Eso es una exageración de Acuario.

Acuario. Pues así es.

Afrodita. No te creo.

Acuario. No se confíen de los humanos. Ellos arreglan sus cosas con violencia. Nunca viven en paz.

Afrodita. Pero no deben ser todos.

Acuario. ¿Qué más se puede esperar de los pobres? Son humanos.

Afrodita. No sé.

Acuario. No quiero vivir en ese mundo. Parecen animales salvajes.

Hera. Pero tal vez, puedan cambiar.

Acuario. Ellos mataron a mis padres.

Afrodita. ¡Qué horror!

Acuario. Ustedes no me quieren si permiten que su Padre se enoje conmigo y me lance a esa vorágine de sufrimientos.

Atenea. No digas eso.

Afrodita. Ni lo pienses.

Hera. Nosotras haremos lo que dices.

Afrodita. ¿Qué haríamos sin ti? Nosotras te queremos, ¿verdad, muchachas?

Acuario. ¿Lo dicen en serio? ¿Tú me quieres, Hera?

Hera. No seas ridícula Acuario

Atenea. ¡Hera!

Hera. ¡Sí te quiero!

Acuario. ¿Tú me quieres, Afrodita?

Afrodita. ¡Sí!

Acuario. ¿Tú me quieres, Atenea?

Atenea. ¡Sí!

Acuario. Júrenlo.

Las tres. Por los bigotes del abuelo Cronos. ¡Sí te queremos!

Acuario. Entonces, muevan esas lindas colitas y vístanse. No hagan que su Padre se moleste conmigo. (Están Zeus y Hermes. El primero es una gran cara gatuna de color dorado, sin cuerpo alguno, que flota según el ritmo de sus palabras. Hermes, el Dios de las comunicaciones, es un gato negro con cuerpo fornido).

Zeus. Escucha bien lo que te diré. No quiero que haya ningún error en las bodas de Miau. ¿Me entiendes? ¡Ni un solo error!

Hermes. Si su majestad.

Zeus. Te ordeno que entregues estas invitaciones a todos en Gatolimpo

Hermes. ¿Alguna otra orden, Padre Zeus?

Zeus. De hecho sí. Las invitaciones deberán ser entregadas personalmente y que no comenten nada acerca de las bodas en especial a Discordia.

Hermes. ¿Por qué? ¿Hizo algo malo?

Zeus. No ha hecho nada.

Hermes. Dígame qué hizo la infeliz.

Zeus. Aleja tus malas intenciones. Discordia no ha hecho nada y eso es lo que deseo evitar.

Hermes. Yo sabía que se iba a comer los pasapalos. No me diga que se llevó las flechas de Atenea. Yo se lo dije, pero como no hace caso. ¡Pobrecita! Ella es así. Me dijeron que la otra vez...

Zeus. ¡Cállate! No deseo que las bodas se dañen. ¡Es todo! Yo la quiero; sin embargo, ella es muy... ¡Bueno! Todos sabemos como es. ¿Tú le has dicho algo?

Hermes. ¿Yo? ¡Jamás!

Zeus. Entonces vuela como el parpadeo del tiempo y diles que esta noche se vengan preparados para disfrutar, bailar, comer, retozar, maullar a la luna. Por favor, que no le digan a Discordia nada acerca de las bodas. ¡Vuela! No te distraigas con nada. ¿De acuerdo?

Hermes. Padre Zeus, deje todo en mis patas. Yo soy un gato veloz y muy discreto.

Zeus. Lo de veloz, sí. Lo de discreto...después hablamos.

Hermes. ¿Está desconfiando de Hermes, el mensajero del Gatolimpo?

Zeus. Termina de irte. (Lo sopla y desaparece en el cielo). Espero que este hijo mío sepa hacer lo que le encomendé. Es mi hijo, pero debo reconocer que es tan torpe.

(Se va. Mientras tanto, en una casa campesina, se encuentra Paris, joven humano, está sentado en el dintel de su puerta, mira obnubilado hacia la Luna).

Paris. ¡Oh, Diosa del Cielo! ¿Cuándo encontraré a alguien que logre calmar estos impulsos? Acaso es el Destino de los hombres nacer y morir solos. Estoy cansado de vaciar este río en los estériles campos. En estas noches tan hermosas, llenas de tu presencia, deben estar las bellas Ninfas del bosque bebiendo el rocío de los capullos a orillas del río ¡Deben ser tan suaves! Mi cuerpo está lleno de calor y sin embargo, la atmósfera es fría. ¿Dónde podré sembrar mi hombría? Necesito apaciguar este fuego. Reclamo a alguien que sienta mi fuerza sobre su piel. ¡Afrodita, diosa del amor y la belleza! Aléjate de mí. Siento que la vida se me escapa en este instante. Si es el destino estar solo, conviérteme en algún animal que deambule por entre los verdores de lo desconocido. Deseo ver aguas lejanas. Que soplen vientos de otras tierras sobre mi rostro húmedo por las lágrimas de mi desolación. Que las huellas de mis pasos no queden dibujadas sobre las arenas de ningún mar. ¡Oh, Afrodita! Déjame morir si no encuentro el ardor de otro cuerpo. (La Diosa Afrodita y sus hermanas lo observan desde palacio, las tres gatas negras y delgadas, suspiran).

Hera. ¡Qué amor!

Afrodita. Tenemos que conocer a ese joven.

Atenea. Terminemos de vestirnos y dejemos a los mortales en sus cosas. (Desaparece la imagen de Paris).

Afrodita. Se me ha ocurrido algo.

Atenea. Afrodita. ¿Qué estás pensando?

Hera. Me fascina cuando pones esa cara.

Afrodita. Precisamente, hermana. Es algo estrafalario, ¿saben? Y un poco riesgoso.

Atenea. Mira, que la curiosidad mató al gato.

Hera. Pero no a las gatas.

Afrodita. Acabo de ver y oír a ese joven hombre y algo en mí se ardió.

Atenea. Pero es que debemos arreglarnos para esta noche.

Afrodita. Yo estaba pensando en bajar a la Tierra y cerciorarnos de sus intenciones.

Hera. Atenea, tú siempre con tus deberes.

Afrodita. Eso sólo nos tomará un momento. Además que falta bastante para la noche. Pero, eso sí, no podremos decirle quiénes somos.

Atenea. Y ¿qué propones?

Afrodita. Ya verán. ¿Lo hacemos?

Hera. Yo sí.

Atenea. Está bien. Lo hago por no separarme de ustedes. Aunque creo que esto no es correcto.

Afrodita. Entonces a la Tierra. (Salen)

(El lugar es un espacio que nos da la sensación de vacuidad. Hay un gran árbol lleno de mangos, la gata Acuario recoge las frutas. Flota en el aire una pluma arco iris).

Acuario. ¡Justo ahora! Tanto que hacer y yo con estas frutas. Todo está listo, las Sirenas están avisadas, la comida está servida y ¿el vestido de...? ¡No! ¿Cómo es que se llaman estas frutas? Huelen divinas y tienen unos colores (Aparece la gata Discordia)

Discordia. ¡La gorda Acuario! Cuántos siglos que no te veo. ¿Sigues de esclava del idiota... ¡Perdón!... del Dios Zeus, Señor de los gatos?

Acuario. Nunca pensé en oír tu desagradable maullido en este lugar vacío.

Discordia. Precisamente, ¿qué haces en esta soledad?

Acuario. No es tu asunto, Discordia.

Discordia. ¡Cálmate!

Acuario. Me voy.

Discordia. ¿Qué son esas bolas? (Intenta tocarlas, pero el árbol la repele) ¡Ay! Me quemó.

Árbol. Sólo el Dios Zeus y la gente buena pueden tocarme.

Discordia. Primera vez que las veo. ¿Qué son? Parecen soles pequeños. Ya sé. Un nuevo invento de ese gato viejo y loco. Ese Gato no hace más que estorbar. ¿No te parece?

Acuario. ¡No!. Te equivocas, como siempre. Estos...Estos... ¿Cómo es que se llaman? Son un regalo... ¡Mangos! ¡Sí! ¡Mangos! Estos mangos son un regalo para él.

Discordia. ¿Quién se los obsequia? ¿Se pueden comer?

Acuario. Se los trajeron de la India. Son unas frutas especiales, sólo pueden ser comidas por los Dioses del Gatolimpo. ¿Verdad árbol?

Árbol. Así es. Tu no puedes Discordia hasta que tu corazón duro se vuelva dulce como la miel. Tú no puedes.

Acuario. No sé por qué te digo estas cosas. No tengo tiempo de conversar contigo, Discordia, además de que no me apetece hacerlo. Es tarde y tengo que hacer mucho para esta noche.

Discordia. Me imagino que hay tantas cosas qué hacer. Pero dime una cosa, qué hacen los... ¿Cómo es que se llaman? ¿Qué hacen estas frutas?... ¿Ves? Hasta el nombre se me olvidó.

Acuario. Mejor que no sepas nada.

Discordia. ¿Cómo se encuentran las necias, es decir, las consentidas de Gatolimpo?

Acuario. Si te refieres a las hijas de Zeus, ellas están bien. Esta noche se verán deslumbrantes.

Discordia. ¿Por qué esta noche? ¿Tienen alguna cita especial?

Acuario. (Aparte) Será mejor que no le cuente nada a Discordia. (A Discordia) ¿Esta noche? ¡No! Lo de siempre en Palacio. Música, bailes, pescado, leche...Nos vemos en otro momento. (Sale).

Discordia. Aquí pasa algo y me lo quieren ocultar. Tengo que investigar. (Discordia toma algunos mangos del suelo) ¡Ay! Estas cosas me queman, pero no me importa tengo que descubrir que se trae entre manos estos gatos. Ustedes me servirán para lo que deseo. (Llama a Plumas) ¡Plumas! (Se acerca la pluma arco iris) Dile a tu dueño que investigue sobre lo que acabas de ver.

Árbol: ¿Qué pretendes hacer Discordia?

Discordia: ¡Nada malo!

Árbol: No te creo, devuélveme mis mangos.

Discordia: ¿Qué quieres que te diga? ¡Pues no! Así me quemen las manos. Adiós.

Paris. (En la Tierra) Parece que va a llover. De pronto el cielo, se puso gris. Tomen un poco de leche. Buscaré algo para darles de comer. Se ve que Ustedes son unas gatas bien cuidadas.

Afrodita. Les dije que era una exageración. Acuario se equivocó.

Hera. Si, pero ahora hay que irse.

Afrodita. Algún día cumpliré su deseo de encontrar a alguien hermoso.

Atenea. Será mejor que nos larguemos de aquí.(Se escuchan truenos en el cielo)

Hera. Ese trueno es de Zeus. Debe haber notado nuestra ausencia.

Afrodita. Creo que tienen razón. Es mejor irse para Gatolimpo. (Se van).

Paris. (Entra) Sólo les pude conseguir algo de pescado. ¡Gatas! ¡Gatas! Se fueron. Está bien. Seguro tienen dueños. Otra vez me quedé solo.

(En otro lugar, Hermes está hablando con un pavo real. La cola cubierta de infinidad de ojos vivos, cada uno de ellos funciona independiente de su dueño. Las plumas se separan y vuelven al cuerpo del pavo real a discreción. El animal es un verdadero espectáculo caleidoscópico de colores y voces. Las luces de la cola brillan por el espacio. Sólo en un mundo fantástico de tiempo inamovible, como es el Gatolimpo, sucede algo tan maravilloso.).

Hermes. Te agradezco el dulce. Estuvo delicioso.

Pavo real. Es un verdadero placer halagar al gran mensajero de Gatolimpo.

Plumas. ¡Hermes! ¡Hermes!.

Hermes. Gracias, gracias, gracias. Pero, ahora debo irme.

Pavo real. Y adónde va tan apresurado.

Hermes. A arreglar algunos detalles.

Pavo real. La otra noche, vi a sus hermanas. Siempre tan lindas.

Hermes. Debo irme.

Plumas. ¿Quiere más dulce? Tal vez un poco de leche. Hemos hecho una torta digna de Dioses.

Pavo real. Por favor, acepte un pedazo. Mire que es de una fruta exótica.

Hermes. Es que tengo que avisarles a todos. ¡Debo irme! No tengo tiempo.

Pavo real. ¿Tiempo? ¿Qué es el tiempo para Usted?

Plumas. Por un momento no dejará de hacer lo que tiene que hacer. Usted es veloz, inteligente y hermoso, por algo es el mensajero del Gatolimpo.

Hermes. En eso coinciden con mi opinión.

Pavo real. No lo piense tanto. ¡Quédese! Conversaremos y ya.

Plumas. ¡Si! ¡Sí! ¡Sí!. No siempre recibimos la visita del maravilloso Hermes.

Pavo real. Además de que tengo que contarle algunos detalles del Gatolimpo.

Hermes. Sólo un rato. No más un rato. (Después de arrellanarse) Y bien, ¿dónde está lo que me ofrecieron?

Pavo real. A sus órdenes. (A las plumas) Chicas, tráiganle un buen trozo de pastel de mango.

Hermes. ¿Mango? Mi preferido. ¿Cómo lo consiguieron? Ustedes no deben comerlo. Sólo algunos tenemos ese privilegio.

Pavo real. No se moleste por eso, ya lo sabíamos, precisamente lo hemos traído de las plácidas lejanías de la India para Usted, en realidad, no hemos sido nosotros, la fruta fue un regalo de Discordia. Ella nos la trajo junto con otras cosas más. (Hacia las plumas) ¡Muchachas! No olviden la leche que nos regalaron.

Hermes. ¿Me dijiste que fue Discordia que te obsequió tan rico manjar?

Pavo real. ¡Sí! Así fue. ¡Por supuesto! Yo sé lo que se dice de ella en Gatolimpo, pero le puedo asegurar que es alguien muy especial. (Aparecen las plumas con el pastel y la leche, una música de viento se mezcla con el diálogo).

Plumas. Discúlpenos la tardanza. Pero es que estamos felices de poder servirle.

Pavo real. Discordia, en mi humilde opinión, es sólo víctima de las murmuraciones.

Hermes. Pero Zeus no piensa lo mismo (Discordia observa a través de una bola mágica la conversación desde otro lugar invisible a los ojos de Hermes).

Discordia. ¡Ya te tengo! No puedes mantener la boca cerrada, gato tonto. Anda, pájaro estúpido, manipula al ingenuo de Hermes y obtén toda la información que necesito. Así se hace mi querido pavo real. Sabía que pasaba algo. Quiero conocer la verdad. A Discordia no se le puede ocultar nada. Ni siquiera Zeus el Gato de los Gatos tiene ese poder. (La imagen se difumina).

Hermes. Es un placer comer esta fruta.

Pavo real. Si Usted lo dice, así será.

Hermes. Deseo más leche.

Pavo real. No faltaba más.

Las plumas. Y Usted quería irse sin probarlo.

Hermes. Es que tengo órdenes que cumplir.

Plumas. ¿Más leche? (Hermes señala que sí).

Hermes. Es una maravilla, la leche es un regalo de la Naturaleza.

Pavo real. Tome todo la que quiera. Discordia es muy generosa y nos obsequió bastante. Hermes. ¡De verdad! Creo que Zeus exagera y no veo las razones por la que no desea....

Pavo real. ¿Sí?

Hermes. Nada.

Pavo real. Creo que hace falta música y otras cosas más divertidas. (Hace un sonido con su voz y aparece una tortuga, de su caparazón sale una boquilla y humo. El pavo real se lo ofrece al gato Hermes y éste inhala gustoso) .Muchachos, díganle a las Sirenas que vengan a cantarle a Hermes, el mensajero del Gatolimpo. Yo le sirvo más. ¿Me decía que su Padre no quería que Discordia...?

Hermes. Zeus me prohibió que dijera algo. Me siento mucho mejor. Además cómo te atreves a interrogarme.

Pavo real. No fue mi intención, su excelencia.

Hermes. Que nunca se te olvide tu puesto.

Plumas. Las Sirenas están aquí.

Hermes. Entonces que canten y así se preparan para esta noche.

Pavo real. Beba un poco más de vino.

Las plumas. Hermes es nuestro Dios favorito. Es rápido. Es inteligente. Es apuesto. ¿Verdad que tiene unos ojos lindos?

Pavo real. Por favor, déjenlo en paz.

Hermes. Deja que unas niñas tan lindas halaguen al gato más apuesto del Gatolimpo. (Al inhalar) La estoy pasando muy bien.

Las plumas. ¡Más leche! Con su permiso, ¿podría levantarse para deleitarnos con su presencia?

Pavo real. Les ruego que no molesten.

Plumas. Es que nunca recibimos una visita tan de otro mundo.

Hermes. ¡Yo decido! Lo hago para complacer a las multitudes que me reclaman.

Las plumas. Usted es hermoso. Su piel es oscura como una noche y brillante como la luz reflejada en las aguas de

Gatolimpo. ¿Me permite tocarle los brazos?

Pavo real. Dejen al maravilloso Hermes tranquilo. Recuerden que debe hacer el mandado de su Padre. El siempre hace lo que Zeus le ordena.

Hermes. Mi Padre no me da órdenes. Aún tengo tiempo. ¡Toquen! ¡Toquen!.

Las plumas. Bebamos más para alegrarnos. Usted es perfecto.

Hermes. Eso lo sé. Digan algo más original. Y tú, tarado, no vuelvas a importunar el momento, a menos que quieras ser servido en la mesa del cíclope.

Pavo real. No se enoje. (Sirviendo más vino en la copa) Lo dije sólo para recodarle las órdenes de su Padre.

Las plumas. Bailaremos para Hermes. Será un honor. (Las Sirenas cantan y las plumas bailotean por todo el espacio).

Hermes. Zeus, ese gato loco, está equivocado. Discordia no puede ser tan mala si ha conseguido unas frutas y un vino tan divinos.

Pavo real. Eso mismo pienso yo. ¿Qué será lo que el Gato de los Gatos cree de ella?

Hermes. Nada importante. Mi Padre está viejo, no sabe lo que dice. Imagínese, que no desea que Discordia asista a las bodas de Miau.

Las plumas. No puede ser.

Pavo real. Ustedes sigan bailando. ¿Y eso por qué? Si se puede saber.

Hermes. No sé. Sólo me ha dicho que entregue estas invitaciones a todo el Gatolimpo menos a Discordia y que no digan nada. Esas Sirenas cantan maravilloso. ¡Sigan! ¡Sigan! Bailen para Hermes.

Pavo real. Es decir, que no la invitarán.

Hermes. Pero lo acabo de decir. Quiero más vino. Bailen y canten como si fuera la última ocasión que lo hará.

Pavo real. Pero, ¿por qué?

Hermes. No sé. Tal vez, la aborrece. ¿No oyes? Zeus no invitará a Discordia a las bodas de Miau. (Se desaparece la escena.)

Discordia. ¡Estúpido Gato! Te atreves a no invitarme para las Bodas de Miau. Ya verás. Juro por las fuerzas de lo oscuro que me las pagarás. ¡Coéforas! ¡Coéforas! Yo la Discordia del Gatolimpo las invoco. Vengan a mi presencia. (Comienza a cambiar el ambiente, se hace más oscuro y se escuchan sonidos de ultratumba, humo, risas histéricas. Aparecen las Coéforas).

Coéforas. ¿Quién nos llama?

Discordia. Tienen que ayudarme.

Coéforas. ¡Ah! Eres tu Discordia. Mira chica qué quieres, estábamos viendo televisión.

Discordia. Necesito su ayuda. Quiero separar a las gatas Atenea, Hera y Afrodita, para poder vencer a Zeus

Coéfora 1. ¿Qué obtendremos a cambio?

Discordia. Mi lealtad.

Coéfora 2. ¿Tan poquito? Nosotras no confiamos en gatas como tú.

Discordia. Hagamos un trato, pidan y las complaceré.

Coéfora 1. Lo que nos pides es peligroso y podemos perjudicarnos.

Coéfora 2. Los Dioses del Gatolimpo son implacables con los traidores.

Discordia. ¿Les tienen miedo? Yo pensé que las Coéforas eran más valientes.

Coéfora 2. No tenemos miedo. Pero no vemos en que nos puede beneficiar tu venganza contra Zeus.

Coéfora 1. Además de que sería estúpido buscar una batalla contra él y sus hijos, sin ninguna ganancia.

Discordia. Si me ayudan en mi plan. Les prometo vengarse de Apolo.

Coéfora 3. Siempre hemos querido vengarnos de ese gato idiota.

Discordia. Entonces, ayúdenme y luego, pensamos como destruir al gato Apolo. (Se apartan)

Coéfora 3. Lo que nos propone es peligroso.

Coéfora 2. Recuerden lo que nos hizo Atenea.

Coéfora 3. Ella y Apolo liberaron a Orestes.

Coéfora 1. Por eso es que debemos ayudar a esta gata y luego…

Coéfora 3. ¿Qué?

Coéfora 1. La destruimos.

Coéfora 2. Eso me gusta.

Discordia. Entonces a qué acuerdo llegaron.

Coéfora 1. Te ayudaremos.

Coéfora 2. ¿Qué deseas que hagamos?

Discordia. Por todo el Gatolimpo es conocido que las Coéforas tienen poderes infernales.

Coéfora 2. Así es. Lo heredamos de mamá.

Coéfora 1. Tan buena la vieja.

Coéfora 2. Nos enseñó a comer sapos vivos.

Coéfora 1. Y a despellejar a los Gatos.

Coéfora 3. Por cierto tengo hambre.

Coéfora 2. En la nevera dejé algunos gusanos. ¡Tráelos!

Discordia. ¡Miau!. Se me eriza la piel.

Coéfora 2. Tenemos tantos recuerdos hermosos de mamá. Me dan ganas de llorar.

Discordia. Olviden eso y concentrémonos en mi plan. Yo quiero que ustedes hagan un conjuro sobre este mango...

Coéforas. ¿Dónde lo conseguiste?

Discordia. En el mismo lugar de donde conseguiré la manera para su venganza contra el gato Apolo.

Coéfora 1. Me gusta tu estilo. (Entra coéfora 3 con los gusanos) ¿Quieres uno?

Discordia. (Lo rechaza). Los gatos comemos pescado. El asunto es que quiero que las tres hermosas hijas de Zeus, Afrodita, Hera y Atenea se separen. Esas gatas deben convertirse en enemigas. Juntas son fuertes, pero separadas no son nada.

Coéfora 2. Ellas son bastante unidas. Además son muy poderosas. (Come)

Coéfora 1. Será difícil lo que le pides.

Coéfora 3. Te quedaron divinos (Muerde un gusano)

Discordia. Ustedes sólo hagan un maleficio sobre esta fruta. Yo me encargo del resto. Sus encantamientos son temidos hasta por el propio Gato de los Gatos.

Coéforas. ¡Lo haremos!

Discordia. Recuerden, lo que quiero es que se separen.

ACTO II.

El “¡Kaboom!” de Discordia.

Apolo. (Hermes, está tirado sobre el suelo. Aparece Apolo, otro Dios del Gatolimpo).
¡Despierta! ¡Hermes! ¡Despierta!.

Hermes. ¿Quién llama a Hermes?

Apolo. ¡Yo! ¡Apo…apo…apo…apo…

Hermes. ¡Apolo!

Apolo. ¿El humo de la tortuga te quitó la visión?

Hermes. Aleja tus pezuñas de aquí.

Apolo. Eso es lo que quisiera hacer, pero le prometí a Acuario encontrarte.

Hermes. Me duele la cabeza.

Apolo. ¡Otra vez!

Hermes. No me vengas con consejos.

Apolo. Zeus te busca.

Hermes. ¿Las invitaciones? ¿Dónde están?

Apolo. Se las di a Acua…acua…acua…acua…Acuario.

Hermes. ¿Por qué te entrometes en todo? ¿Te crees un gato perfecto?

Apolo. Agradecido deberías estar.

Hermes. Yo iba a entregar las invitaciones.

Apolo. Pero, no lo hiciste.

Hermes. No tengo que darte explicaciones.

Apolo. A mi no, tal vez a Zeus, quien recla.cla…cla…cla…cla…clama tu presencia.

Hermes.¡Cla…cla…cla…cla…cla! Escucha Apolo, bien sabes que me eres antipático así que no me provoques.

Apolo. No me toques.

Hermes. Te empujo cuantas veces lo desee.

Apolo. Te lo advierto.

Hermes. ¿Qué vas a hacer? Lanza tus flechas contra mi pecho.

Apolo. Mejor me voy.

Hermes. ¡Vete! Déjame solo. Anda a ronronearle a Zeus.

Apolo. No me provoques, gato irresponsable.

Hermes. ¡Gato mimado! En vez de gato pareces pato.

Apolo. Siempre hay que per…per…per…perdonar a los más débiles.

Hermes. Mueve la cola y lárgate a tu charco. ¡Gato pato! ¡Apolo es un gato pato! ¡Gato pato! ¡gato pato! ¡gato pato!(Apolo se abalanza sobre Hermes y comienza la pelea). (Se oye la voz de Zeus).
Zeus. ¡Deténganse! ¡Hermes! Les ordeno que se detengan. (Siguen en la pelea) ¡Apolo! No luchen más. Es mi último mandato. Se los advierto. (Hacen caso omiso) Así será.

Hermes. ¡No! Algo me quema por dentro.

Apolo. Siento que me ahogo.

Hermes. ¡Gato necio! Lloras como una hembra asustada.

Apolo. Cierra el hoci…hoci…hoci…hoci…hocico. Siento mucho ardor.

Hermes. Nunca dejaré que me domines. Por más fuerza que tengas.

Apolo. Zeus, Gato de los Gatos, aparta de mí este dolor.

Hermes. Es demasiado para soportar.

Apolo. Perdona nuestro atrevimiento, Padre del Gatolimpo.

Zeus. No escucho pedirlo a Hermes.

Apolo. Yo hablo por ambos.

Hermes. Nunca te imploraré nada. ¡No puedo más!

Apolo. Aparta de nosotros este dolor.

Zeus. No escucho a Hermes.

Hermes. Ni lo pienses.

Zeus. El orgulloso.

Hermes. Yo soy libre y siempre lo seré.

Apolo. No puedo más.

Zeus. Pero yo decido sobre todos. ¡Pide perdón!

Hermes. ¡Nunca!

Zeus. Entonces se acabaron tus noticias. (Aparece Afrodita).

Afrodita. Por favor, Zeus, no los lastimes más.

Zeus. Hermosa Afrodita no te metas en esto. Permite que los machos solucionemos nuestros asuntos.

Afrodita. ¡Papá! No ves que mis lágrimas se derraman.

Hermes. No me defiendas, no ves que me ofendes al tratar de protegerme.

Afrodita. Tú eres mi hermano y me duele tu dolor.

Zeus. Se hará el perdón. (Los gatos Hermes y Apolo caen al suelo).

Afrodita. ¡Gracias! Zeus siempre sabe la justa medida.

Hermes. No te arrastres por mi...Afrodita...Me has ofendido...No debiste hacerlo.

Afrodita. Entiende.

Apolo. Hermes es…es…es…es orgulloso.

Zeus. Yo diría que es necio.

Hermes. Zeus...No creas que…Mis palabras se alzaran…

Afrodita. No digas más y anda a prepararte para las bodas de Miau. ¡Hera! ¡Atenea! (Aparecen Atenea y Hera) Llévense a nuestro hermano.

Apolo. Yo si te agradezco lo que hiciste.

Afrodita. Apolo, tu también debes irte. (Apolo sale).

Zeus. Entonces no hay más que hablar. A prepararse para esta noche, mi negra bella. (Salen). (Están el Pavo Real y Discordia)

Pavo Real. Mi Señora su venganza se acerca.

Discordia. La, la la, la. Este mango me ayudará a apoderarme de Gatolimpo. La, la, la la.

Pavo Real. Perdone mi desconocimiento, pero ¿esta segura de que las Coéforas hicieron bien su trabajo? Ellas no son confiables.

Discordia. Ya lo sé. De ellas me encargaré luego. ¿Sabes lo que tienes que hacer?

Pavo Real. Tal como me lo indicó.

Discordia. No puede haber ni un solo error.

Pavo Real. Se hará todo como Usted lo desea.

(El lugar está lleno de luces, música, comida y algarabía. Zeus preside las bodas. Acuario se encuentra a su lado).

Zeus. Pues bien mi querida Acuario. Las bodas prometen mucho esta noche.

Acuario. Así parece, su excelencia.

Zeus. Deja tus dudas a un lado. Acaso no ves lo hermoso que está el Palacio.

Acuario. Muy hermoso.

Zeus. Siento en tus palabras algún indicio de desconfianza.

Acuario. Perdóname. Lo que pasa es que después de mi encuentro con Discordia, no puedo conservar la calma.

Zeus. Pero de qué te preocupas. Mi hijo Hermes entregó las invitaciones como se lo ordené. Discordia no fue convidada. Te exijo que cambies esa cara amarga.

Acuario. Sin embargo, pienso que...

Zeus. El único que tiene derecho a pensar en el Gatolimpo es Zeus ¿verdad que sí? ¡Ah sí! ¿No? Mi mamá y mi papá me dejaron a cargo cuando se fueron de vacaciones hace tres mil años. ¿Es como mucho tiempo? Claro yo soy el jefe. Los demás se limitan a hacer, ¿de acuerdo?

Acuario. Se hará como Usted diga, pero no puedo apartar la idea de que Discordia pueda hacer algo.

Zeus. ¿Te atreves a desafiarme?

Acuario. ¿Yooooo? ¡Jamas! ¿Quién soy yo para tal osadía?

Zeus. Entonces, ríe como nunca lo has hecho.

(En la habitación de las tres gatas, aparece Apolo).

Hera. Tú no deberías entrar sin avisar.

Apolo. Necesito…necesito…quiero… hablar con Afrodita.

Atenea. En este momento, está ocupada.

Apolo. Quiero hablar con ella.

Hera. Pero, no puedes.

Apolo. No, no, no deseo discutir con hem…hem…hem…hem…hembras.

Hera. A ti se te olvida con quien hablas.

Atenea. No te permitiremos que vengas a molestarnos en nuestra propia habitación.

Apolo. Quiero hablar con Afrodita,ta,ta,ta.

Hera. No puedes (Apolo hace el amago de lanzarles un rayo).

Afrodita. ¡Apolo!

Apolo. ¿Ah yo? ¿Si! ¡Ese soy yo,yo,yo! Necesito hablarte.

Afrodita. Pero dañando a mis hermanas no lo lograrás. ¿De esa manera pretendes ganarte mis favores? ¡Retírate!

Atenea. Sacude tus pulgas de aquí.

Afrodita. Por favor, Atenea, guarda esas flechas. No harán falta, ¿verdad Apolo?

Atenea. Como tú digas.

Hera. Es que se me paran las pezuñas con machos insolentes como tú.

Apolo. Quiero hablar con..con…con…con…contigo.

Afrodita. Pero yo no.

Atenea. Tendremos que echarlo.

Apolo. No será preciso. Me…me…me…me…me voy (Sale).

(Las bodas siguen su curso. Ha llegado Hermes. Acuario se acerca).

Acuario. Muchacho, tu Padre no sabe quien entregó las invitaciones.

Hermes. ¿Tengo que agradecértelo?

Acuario. No estoy pidiéndote que lo hagas.

Hermes. Perdona Acuario.

Acuario. No hay problema. (Se acerca el pavo real).

Pavo real. Buenas noches.

Acuario. Con su permiso, debo atender otros asuntos. (Se aleja).

Pavo real. No le caigo en gracia a Acuario.

Hermes. ¿Trajiste el humo de la tortuga?

Pavo real. Como Usted lo ordenó.

Hermes. Está pendiente para cuando te lo pida.

Plumas. Hermoso Hermes esta noche está muy guapo.

Hermes. Hoy no estoy para escucharlas. (Sale).

Plumas. Pero cuando me requieres no dices lo mismo.

Pavo real. Piensa en lo que tenemos que hacer. Discordia no quiere fallas.

Plumas. Lo que tú digas. (Las Sirenas entonan una canción. Entran las tres gatas, Afrodita, Atenea y Hera al lugar).

Zeus. ¡Bienvenidas mis adoradas hijas! Esta noche están deslumbrantes. ¡Hermes! ¡Hermes! Ven y conduce a tus hermanas a su lugar de honor. (Aparece Hermes y las conduce).

Hermes. ¿Por qué siempre tiene que dar órdenes?

Atenea: Porque es el Dios de los Dioses.

Hera. Siempre me hace pasar vergüenza.

Atenea. Hermes, estás bellísimo.

Afrodita. Eres digno del Gatolimpo, precioso. (En un rincón de Palacio).

Zeus. Acuario, manda a cerrar los portones.

Acuario. A sus órdenes, Majestad. (Sale).

Atenea. (En la mesa de las Diosas). Este vestido me aprieta la barriga.

Hermes. No comas mucho.

Hera. Decirle eso a Atenea es decirle a Zeus que no ordene.

Afrodita. Esa niña no sabe de control.

Atenea. ¿Quién invitó al pavo real?

Hermes. Yo lo hice.

Afrodita. ¿El no es amigo de Discordia?

Hermes. Si.

Hera. ¿No traerá problemas con papá?

Afrodita. No creo.

Atenea. Mi negro bello sabe lo que hace.

Hermes. No me aprietes la cara.

Atenea. Es que no recuerdas cuando te llevábamos a la selva de Las Amazonas...

Hera. Y te montabas en mi lomo como si fuera un caballo.

Hermes. ¡Ah! Claro.

Afrodita. Tú eras un gatito gordo.

Zeus. ¡Bien! Queridos amigos del Gatolimpo, esta noche mi hijo Hermes cantará una canción para alegrarnos la vida.

Hermes. Pero papá...

Afrodita. Anda, no lo contradigas.

Hera. Además, tú cantas muy bien.

Hermes. Lo haré si ustedes tres me acompañan.

Zeus. La gente te espera.

Afrodita. ¡Zeus! Tus cuatro hijos haremos un bello espectáculo.

Zeus. Hoy estamos de suerte. Mis hijos deleitaran a los novios con sus talentos.

(Comienzan a bailar y cantar. En otro lugar de “las bodas de miau” lleno de sombras están Discordia y Pavo real).
Discordia. En cualquier momento entregas estos mangos.

Pavo real. Los coloco en la mesa y nada más.

Discordia. Escucha bien, mutante. Cuando las tres gatas están sentadas juntas, vas y le dices que alguien les envía este regalo.

Pavo real. De acuerdo.

Discordia. El resto viene solo. (Finaliza el espectáculo musical).

Zeus. ¡Bravo! ¡Bravo! Estuvieron grandiosos.

Acuario. ¡Bravo! ¡Bravo!.

Zeus. Que la alegría reine por siempre en Gatolimpo. A comer y beber. Hay bastante pescado y leche.

(Las tres gatas y Hermes se dirigen a su mesa). (Aparece Apolo).

Apolo. Nunca imaginé que fueras tan desca…ca…ca…ca…carada.

Hera. Apolo, por qué no dejas a Afrodita en paz.

Apolo. Eres una…

Afrodita. ¿Qué te pasa, macho? Sólo bailé para los invitados.

Atenea. No le des explicaciones.

Afrodita. Deja tu fastidio. No seas necio. Un baile es un baile.

Apolo. Pero no viste como tenían las bo…bo…bo…bo…bocascas abiertas esos gatos babosos.

Afrodita. A mí que me importa.

Apolo. Debes conservar tu pues pues…pues…pues…puesto, además de que eres una Diosa..

Hera. Apolo por favor, estamos en una fiesta.

Afrodita. No voy a discutir más. (Apolo sale).

Atenea. ¡Qué gato para ridículo!

Afrodita. ¿Dónde se fue Hermes?

Hera. Hace un rato estaba aquí.

Atenea. Me dijo que iba a orinar. (En otro espacio).

Plumas. Aquí tiene a la tortuga.

Hermes. ¡Dame agua!

Plumas. Como Usted diga.

Hermes. Más tarde te vas detrás de la columna y me esperas. (Se acerca el Pavo real).

Pavo real. Con su permiso sus excelencias.

Hera. Si estás buscando a Hermes, él no está.

Pavo real. No lo busco.

Atenea. Entonces, dinos qué deseas.

Pavo real. He venido a traerles un regalo.

Afrodita. Para quién.

Pavo real. Eso lo deciden Ustedes. (Entrega el canasto de mangos y lo deja encima de la mesa. Desaparece veloz).

Hera. Este animal como que está loco.

Atenea. ¿Por qué no vemos qué es el regalo? Me muero de curiosidad.

Hera. Yo también.

Afrodita. (Lo abre) Una cesta llena de mangos.

Hera. Para quién será.

Atenea. Aquí hay algo escrito. “Estos mangos pertenecen a la más bella e inteligente de las Diosas del Gatolimpo”.

Afrodita. Son para mí.

Hera. ¿Por qué?

Atenea. ¿No leyeron la nota? Para la más bella e inteligente. Son un regalo para mí.

Afrodita. No niego tu inteligencia, pero tu belleza no es igual que la mía.

Hera. Ni a la mía.

Atenea. Eres bella, pero bruta.

Afrodita. Y tú eres una gata que no has podido conseguir a un macho ni entre los humanos.

Atenea. Mejor me callo.

Afrodita. Es lo mejor.

Hera. Todos los Dioses de Gatolimpo conocen tu cola.

Afrodita. ¿Qué vas a decir tú? Gata amargada.

Atenea. Hay que ser racionales. El regalo dice que es para la más bella e inteligente, ¿cierto?

Hera. Sabemos leer.

Afrodita. Si. Eso dice la tarjeta, ¿por qué?

Atenea. Entonces, no hay pelea. Son míos.

(Comienza una verdadera pelea de gatas) (En otro lugar se encuentra Discordia).

Discordia. ¡Estúpidas gatas! Discordia está vengada.

Pavo real. ¡Plumas! ¡Plumas! Vengan a mí. Debemos irnos inmediatamente. (Aparecen las plumas) ¿Dónde estaban?

Plumas. Con el Dios Hermes.

Pavo real. Ya dejaremos de obedecerle. (Salen). (El tiempo avanza).


ACTO III.

Paris se come el mango.

Zeus. ¿Cómo es posible, Acuario querida, que aquel incidente en las Bodas de Miau haya traído las desgracias al Gatolimpo?

Acuario. Su excelencia, Usted debe buscar la solución. Esas niñas no deben seguir con esa guerra.

Zeus. Pero qué puedo hacer. (Aparece Discordia con las Coéforas)

Discordia. ¡Nada! Tú nunca haces algo bueno.

Zeus. ¡Discordia! ¿Cómo entraste?

Discordia. Por la puerta

Acuario. No vengas con tus rencores.

Discordia. Estoy hablando con el dueño del circo no con los payasos.

Zeus. ¿Qué deseas?

Discordia. Acompañarte en tu dolor. (Las Coéforas se ríen) Te propongo que renuncies al trono, estás viejo y no sabes cómo resolver los problemas.

Acuario. Usted es el Gato de los Gatos y sabrá qué hacer. (Aparece Hermes y Apolo).

Hermes. Padre, deseamos hablar con Usted.

Zeus. ¿Cómo es posible de que los machos no hicieron nada para evitar esta desgracia?

Acuario. Escúchalo, gato terco.

Zeus. ¿Cómo te atreves?

Acuario. Me atrevo porque quiero tanto a tus hijas y al Gatolimpo como tú. Habla, hijo, qué tienes que decir.

Hermes. Apolo y yo sabemos quién fue la causante de este lío.

Acuario. ¿Quién pudo haber hecho algo así?

Apolo. Fue Dis…dis…dis…Discordia en complicidad con el Pavo real.

Discordia. ¿Yo?

Apolo y Hermes. ¡Si!

Discordia. Claro que fui yo. ¿Cómo te atreviste a no invitarme a las bodas de Miau? Pronto todo el Gatolimpo será mío.

Acuario. Razón tenía de pensar mal.

Zeus. ¿Cómo sabe ella de las bodas de Miau?

Hermes. Yo...No sé por donde empezar...Pero yo...

Apolo. Padre, no importan los detalles. Lo que intere…tere…tere…tere…interesa es resolver la pelea entre ellas.

Acuario. Cierto.

Zeus. ¿Y qué podemos hacer?

Discordia. Nada. Debes renunciar al Gatolimpo.

Apolo. Vamos a pensar. (Silencio)

Discordia. 1, 2, 3,4…y pasa el tiempo y ¡nada!...5,6…

Zeus. ¡Ya está!... ¡No!... (Silencio) ¿Qué les parece si?...Tampoco

Discordia. 7, 8, 9, 10

Hermes. Hemos pensado que se debería hacer un juicio para determinar a quien le corresponde el regalo. …

Discordia. ¡Bingo!

Acuario. Me parece muy bien.

Discordia. ¡Shh!

Zeus. A mi también, pero ¿Cómo hacer un juicio transparente?

Apolo. A qué te refieres.

Zeus. En Gatolimpo es imposible realizar un juicio limpio.

Hermes. Precisamente. Como conocemos que cada uno de nosotros siente especial afecto por mis hermanas...

Apolo. Creemos conveniente buscar un juez fuera de los lí…li…li…li…límites del Reino.

Acuario. Explíquense mejor.

Hermes. Mis hermanas sienten cariño por los humanos, por eso hemos pensado que...

(En un estrado, están sentados los Dioses del Gatolimpo, preside Zeus, el Gato de los Gatos). (Apolo y Hermes traen a la fuerza a Paris).

Paris. ¡Suéltenme! ¡Auxilio! Unos gatos me secuestraron. ¡Suéltenme!

Discordia. ¿Un humano?

Acuario. Adelante, toma asiento.

Paris. Usted...Ellos. ¿Dónde estoy?

Acuario. Estás en el Gatolimpo.

Discordia. No puedes llamar a un humano para resolver este asunto

Paris. Debo estar soñando.

Acuario. Pues no lo estás, Paris.

Paris. Usted sabe mi nombre. ¿Cómo conoce mi nombre? ¿Por qué estoy aquí? ¿Usted es...? ¿Dónde estoy?

Acuario. No preguntes tanto, muchacho

Discordia. Esto es una trampa. ¡Me opongo a que este humano esté aquí!

Coéforas. Nosotras nos oponemos

Zeus. ¡Cállense! Mortal, cuyo nombre es Paris. Los Dioses del Gatolimpo te hemos escogido para que resuelvas un asunto de suma importancia para nosotros.

Paris. ¿Y por qué a mí?

Zeus. Pronto lo comprenderás. Avisen a Afrodita, Atenea y Hera que pueden entrar. (Entran las tres gatas negras).

Paris. Esas son las gatas a las que di leche aquella noche de lluvia.

Afrodita. Zeus ¿qué hace él aquí?

Zeus. El será quien resuelva sus diferencias.

Hera. Yo estoy de acuerdo.

Atenea. Yo también.

Afrodita. Pues yo me opongo a que sea él quien ventile nuestros asuntos.

Acuario. Afrodita, ¿tú quieres solucionar esto?

Afrodita. ¡Si!.

Zeus. Paris será el juez. No hay más discusión.

Paris. De qué se trata todo esto.

Zeus. Tú deberás escoger entre mis hijas.

Acuario. Y lo que elijas no podrá ser cambiado.

Paris. Y si me opongo.

Zeus. Será mejor que no preguntes.

Paris. Si lo pones así, viejo, así será.

Zeus. Comienza el juicio.

Acuario. Paris, quién de ellas tres te parece bella.

Hera. Por supuesto que yo.

Zeus. Cierra el hocico.

Paris. Las tres son muy hermosas.

Zeus. ¿Quién, a tu parecer, podría ser la Reina del Gatolimpo?

Paris. No sé.

Acuario. Debes contestar.

Paris. Pero es que no las conozco.

Atenea. Esto no solucionará nada.

Afrodita. Yo soy la escogida.

Hera. ¿Por qué tú siempre quieres ganar?

Afrodita. Porque yo lo decido.

Zeus. Se prohíben los diálogos.

Apolo. Permítanme una sugerencia. Yo pien…pien…pien…pien…pienso que cada una de ellas debería ofrecer al juez sus talentos.

Hermes. Me parece bien lo que propone Apolo.

Zeus. Se acepta la proposición. Escuchen las indicaciones, cada una de ustedes tendrán un tiempo determinado para ofrecer sus capacidades a Paris, ¿de acuerdo?

Las tres. De acuerdo.

Zeus. Traigan la Clepsidra. Comenzará Atenea.

Atenea. ¿Por qué yo?

Hera. Yo quiero comenzar.

Atenea. Me dijeron a mí.

Afrodita. Total, no tiene mucho que ofrecer.

Acuario. Dinos joven quién empieza.

Paris. Hera.

Hera. Bien. Escucha con atención lo que te ofrezco. Yo presido todo el Poder de la Guerras. Si me eliges te ofrezco ganarlas todas. Todos los pueblos de la Tierra se inclinarán a tus pies. (Se paraliza la escena).

Zeus. Terminó el tiempo. Volteen la Clepsidra. Ahora le toca el turno a Atenea.

Atenea. Mi don es conocer todos los secretos de la sabiduría. Si me escoges no habrá conocimiento que no domines. Las ciencias, el arte, las matemáticas, todo se te revelará. (Se paraliza la escena).

Zeus. El tiempo ha hablado. Y ahora, por último, tendrás la oportunidad de escuchar a Afrodita.

Afrodita. Una noche, hermoso Paris, tu me imploraste conocer la pasión. Tu cuerpo reclama el fuego de otro cuerpo. Yo soy la única en el Gatolimpo que puede conseguirte a la mujer más bella. Si decides por mí, te aseguro que no te arrepentirás. (Se paralizan).

Zeus. Después de escuchar los argumentos de mis hijas, tendrás un tiempo para decidir. Traigan acá las frutas de la

Discordia. (Traen el canasto lleno de mangos).

Hermes. ¿Qué decides? Recuerda que la paz el Gatolimpo está en tus manos.

Acuario. Piensa bien en lo que dirás.

Paris. Todo lo que me ofrecieron se me dará.

Zeus. Será concedido.

Paris. De verdad que es muy difícil tomar una decisión.

Zeus. Pero sólo una alternativa debes elegir.

Paris. Bien (Toma un mango y lo muerde). ¡Qué sabroso está este mango!

Todos. ¡No!.(Se alarga la vocal)

Paris. ¿Qué pasa?

Zeus. No puedes comerte esas frutas.

Apolo. Sólo los habitantes del Gatolimpo pueden probarlos.

Hermes. Además de que por culpa de ellos estamos en guerra.

Paris. ¿Por unos mangos?

Acuario. ¿Cómo sabes que son?

Paris. En la Tierra hay árboles de mangos por todos lados.

Zeus. Es imposible. Sólo nosotros lo conocemos.

Paris. Los Dioses son tan extraños. Los mangos son de quien los tome de los árboles.

Discordia. Entonces yo los tomo. (Se abalanza hacia los mangos y empieza a comerlos)

Coéforas. Nosotras también queremos (hacen lo mismo que Discordia)

Paris. ¿Por unos mangos ustedes tienen esta pelea?

Acuario. Así es.

Paris. Si ustedes quieren les traigo más.

Zeus. Un simple humano nos ha hecho ver la solución a nuestros problemas.

Paris. ¿Y qué pasó con lo que me prometieron?


Final.


Caracas, Julio 2004.
® SACVEN bajo el No. 9.070

Estrenada por AMARCORTeatro
Teatro Trasnocho
Septiembre 2006

1 comentario

ROLANDO POZZI -

me gusto la obra en el celarg, muy buena y los invito a ver
www.meditacionnatural.com