LA CALLE DE LOS TÍTERES - ARGENTINA
Fuente: Revista Planetario, la guía de los chicos
Acostumbrados a armar valijas y llevar sus relatos a cuestas, un grupo de titiriteros forjó hace dieciséis años un espacio para el encuentro. Desde entonces, La Calle de los Títeres es el sitio de dedos, guantes, hilos, marionetas y sombras que visitan la Ciudad; un lugar donde todos los titiriteros, desde los más reconocidos hasta los que recién comienzan, tienen las puertas abiertas. Acerca de cómo surgió esta cooperativa, de los maestros fundadores, de las actividades que actualmente realizan y de los caminos que hoy transitan, charlamos con Hernán Cosma, Lorena Russo y Daniel Serra... titiriteros.
"La Cooperativa La Calle de los Títeres surgió como un espacio de reunión de un grupo de titiriteros, en función de una actividad común y en beneficio del público del barrio, en un momento en que era muy costoso ver algún tipo de espectáculo para mucha gente; eso fue en el año 89", recuerda Lorena Russo, miembro de la Cooperativa desde sus inicios e integrante del grupo El Teatro de la Caldera. La historia cuenta que todo comenzó en la calle Baigorri, con funciones a la gorra, cada domingo, en un mes de abril. Con el tiempo el grupo fue llegando a lo que hoy se conoce como Centro Cultural del Sur: una construcción colonial donde alguna vez funcionó el restaurant El Mesón Español, la misma desde donde salían las carretas para el arreglo de parques y plazas de la Buenos Aires de calles de tierra, allí donde dicen que Esteban Echeverría se inspiró para escribir El Matadero. Un lugar de una belleza muy particular y cargado de historia, y de sueños. "En aquel momento este lugar estaba abandonado, fuimos ingresando con sumo cuidado, por temas legales, y también con mucho cuidado comenzamos a restaurarlo: limpiamos los pisos, pintamos las paredes, reconstruimos puertas y ventanas. Al tiempo esto era un espacio bastante lindo, era un lugar de encuentro de profesionales, de artistas, y de vecinos; la gente lo entendía como parte suya, entre función y función se armaban mateadas y se proyectaba en función del laburo social, por eso nos formamos como Cooperativa de Servicios Culturales", cuenta Lorena. Entre los fundadores de la Cooperativa, Hernán Cosma, integrante del Consejo de Administración y responsable de El Ñaque Títeres, recuerda a grandes maestros titiriteros: "Estaban Javier Villafañe, Elvio Villarruel; también Pepe Ruiz y Sarah Bianchi".
Desde aquellos primeros tiempos han pasado por la cooperativa cientos de elencos del país y del mundo, porque en estos más de quince años de vida La Calle se convirtió en el referente obligado para los titiriteros que llegan a Buenos Aires. Y así como un punto de encuentro, también es un lugar para el crecimiento de los artistas; tal como lo sostiene Daniel Serra, miembro de la Cooperativa también desde sus inicios: "Para mí esto es una escuela, más allá de las formales, de la del San Martín y de la de Avellaneda, desde la vía asistemática este es un espacio de aprendizaje muy potente. De hecho de aquí han surgido, directa o indirectamente, casi cincuenta elencos".
El objetivo eje que ha guiado el accionar de la Cooperativa es la integración. "Así como nuestro arte, como el ser titiritero es una fusión de muchas formas de la expresión artística, también la cooperativa persigue fines integracionales", define Lorena. Para Hernán también es importante destacar que la Cooperativa cumple una función social: "El títere, como forma de la expresión, es riquísimo; los niños se identifican con los títeres porque ellos se identifican con los símbolos, en ese sentido es que trabajamos con los títeres artísticamente pero también como herramienta pedagógica y terapéutica. Además claro, se trata de una estructura que es fácil de montar aún en lugares insólitos como el hall de un hospital".
Hoy La Calle de los Títeres, además de su relevancia al interior del campo artístico, está consolidada frente al mayor cliente que es el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. La Calle programa funciones y posiciona a los títeres en toda la Ciudad a través del trabajo en los centros culturales descentralizados, en los barrios, en hospitales, hogares de día y de tránsito. Además, ofrecen un ciclo para escuelas. "Todos los jueves, en el Centro Cultural Julián Centeya, a la mañana y a la tarde, damos espectáculos gratuitos para los chicos de las escuelas de la Ciudad", señala Hernán. Claro que las funciones históricas de La Calle de los Títeres son las de cada fin de semana en el Centro Cultural del Sur. Sábados y domingos a las 16 hs., familias completas asisten a las representaciones de elencos de los más variados, así, chicos y grandes descubren títeres de dedo, de guante, de mesa, de sombras, de marionetas; y al finalizar cada función artistas profesionales ofrecen talleres participativos para aprender a construir y a manipular títeres. Y hay más: "A nosotros nos interesa que el género crezca cualitativamente, que cada vez los espectáculos de títeres sean mejores; de hecho, el arte de los títeres es de los más complejos, por eso acá mismo dictamos talleres de perfeccionamiento para titiriteros. Tenemos talleres de puesta en escena, dramaturgia y entrenamiento corporal", cuenta Hernán. Y sigue junto a sus compañeros sumando ganas y esfuerzos para que la historia continúe.
En busca de la sala propia
La Calle de los Títeres tiene su sede formal, para cuestiones administrativas, reuniones y talleres, en una oficina del Centro Cultural del Sur, ahí cerquita de la calle misma que la vió nacer; sin embargo, los titiriteros se enfrentan hoy a un problema edilicio-espacial de relevancia para la continuidad de sus tareas.
"Nosotros compartimos este espacio con la gente del Centro Cultural en una especie de co-gestión, si bien llegamos aquí antes de que existiera el Centro. Sin embargo hoy estamos abocados a gestionar un espacio propio, no porque no podamos convivir con el Centro sino porque aquí no hay lugar para las funciones. El auditorio está clausurado por el mal estado en que está y ahora que llega el frío actuar al aire libre es difícil. Nos han prometido ponerlo en condiciones, pero es una promesa vieja ya", señala Hernán, y agrega: "hemos solicitado a las autoridades del Gobierno de la Ciudad un espacio propio, sabemos que el proyecto es ambicioso, en realidad nuestro sueño es armar en la Ciudad de Buenos Aires la primer sala estable dedicada al teatro de títeres, estamos a la espera, haciendo".
Acostumbrados a armar valijas y llevar sus relatos a cuestas, un grupo de titiriteros forjó hace dieciséis años un espacio para el encuentro. Desde entonces, La Calle de los Títeres es el sitio de dedos, guantes, hilos, marionetas y sombras que visitan la Ciudad; un lugar donde todos los titiriteros, desde los más reconocidos hasta los que recién comienzan, tienen las puertas abiertas. Acerca de cómo surgió esta cooperativa, de los maestros fundadores, de las actividades que actualmente realizan y de los caminos que hoy transitan, charlamos con Hernán Cosma, Lorena Russo y Daniel Serra... titiriteros.
"La Cooperativa La Calle de los Títeres surgió como un espacio de reunión de un grupo de titiriteros, en función de una actividad común y en beneficio del público del barrio, en un momento en que era muy costoso ver algún tipo de espectáculo para mucha gente; eso fue en el año 89", recuerda Lorena Russo, miembro de la Cooperativa desde sus inicios e integrante del grupo El Teatro de la Caldera. La historia cuenta que todo comenzó en la calle Baigorri, con funciones a la gorra, cada domingo, en un mes de abril. Con el tiempo el grupo fue llegando a lo que hoy se conoce como Centro Cultural del Sur: una construcción colonial donde alguna vez funcionó el restaurant El Mesón Español, la misma desde donde salían las carretas para el arreglo de parques y plazas de la Buenos Aires de calles de tierra, allí donde dicen que Esteban Echeverría se inspiró para escribir El Matadero. Un lugar de una belleza muy particular y cargado de historia, y de sueños. "En aquel momento este lugar estaba abandonado, fuimos ingresando con sumo cuidado, por temas legales, y también con mucho cuidado comenzamos a restaurarlo: limpiamos los pisos, pintamos las paredes, reconstruimos puertas y ventanas. Al tiempo esto era un espacio bastante lindo, era un lugar de encuentro de profesionales, de artistas, y de vecinos; la gente lo entendía como parte suya, entre función y función se armaban mateadas y se proyectaba en función del laburo social, por eso nos formamos como Cooperativa de Servicios Culturales", cuenta Lorena. Entre los fundadores de la Cooperativa, Hernán Cosma, integrante del Consejo de Administración y responsable de El Ñaque Títeres, recuerda a grandes maestros titiriteros: "Estaban Javier Villafañe, Elvio Villarruel; también Pepe Ruiz y Sarah Bianchi".
Desde aquellos primeros tiempos han pasado por la cooperativa cientos de elencos del país y del mundo, porque en estos más de quince años de vida La Calle se convirtió en el referente obligado para los titiriteros que llegan a Buenos Aires. Y así como un punto de encuentro, también es un lugar para el crecimiento de los artistas; tal como lo sostiene Daniel Serra, miembro de la Cooperativa también desde sus inicios: "Para mí esto es una escuela, más allá de las formales, de la del San Martín y de la de Avellaneda, desde la vía asistemática este es un espacio de aprendizaje muy potente. De hecho de aquí han surgido, directa o indirectamente, casi cincuenta elencos".
El objetivo eje que ha guiado el accionar de la Cooperativa es la integración. "Así como nuestro arte, como el ser titiritero es una fusión de muchas formas de la expresión artística, también la cooperativa persigue fines integracionales", define Lorena. Para Hernán también es importante destacar que la Cooperativa cumple una función social: "El títere, como forma de la expresión, es riquísimo; los niños se identifican con los títeres porque ellos se identifican con los símbolos, en ese sentido es que trabajamos con los títeres artísticamente pero también como herramienta pedagógica y terapéutica. Además claro, se trata de una estructura que es fácil de montar aún en lugares insólitos como el hall de un hospital".
Hoy La Calle de los Títeres, además de su relevancia al interior del campo artístico, está consolidada frente al mayor cliente que es el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. La Calle programa funciones y posiciona a los títeres en toda la Ciudad a través del trabajo en los centros culturales descentralizados, en los barrios, en hospitales, hogares de día y de tránsito. Además, ofrecen un ciclo para escuelas. "Todos los jueves, en el Centro Cultural Julián Centeya, a la mañana y a la tarde, damos espectáculos gratuitos para los chicos de las escuelas de la Ciudad", señala Hernán. Claro que las funciones históricas de La Calle de los Títeres son las de cada fin de semana en el Centro Cultural del Sur. Sábados y domingos a las 16 hs., familias completas asisten a las representaciones de elencos de los más variados, así, chicos y grandes descubren títeres de dedo, de guante, de mesa, de sombras, de marionetas; y al finalizar cada función artistas profesionales ofrecen talleres participativos para aprender a construir y a manipular títeres. Y hay más: "A nosotros nos interesa que el género crezca cualitativamente, que cada vez los espectáculos de títeres sean mejores; de hecho, el arte de los títeres es de los más complejos, por eso acá mismo dictamos talleres de perfeccionamiento para titiriteros. Tenemos talleres de puesta en escena, dramaturgia y entrenamiento corporal", cuenta Hernán. Y sigue junto a sus compañeros sumando ganas y esfuerzos para que la historia continúe.
En busca de la sala propia
La Calle de los Títeres tiene su sede formal, para cuestiones administrativas, reuniones y talleres, en una oficina del Centro Cultural del Sur, ahí cerquita de la calle misma que la vió nacer; sin embargo, los titiriteros se enfrentan hoy a un problema edilicio-espacial de relevancia para la continuidad de sus tareas.
"Nosotros compartimos este espacio con la gente del Centro Cultural en una especie de co-gestión, si bien llegamos aquí antes de que existiera el Centro. Sin embargo hoy estamos abocados a gestionar un espacio propio, no porque no podamos convivir con el Centro sino porque aquí no hay lugar para las funciones. El auditorio está clausurado por el mal estado en que está y ahora que llega el frío actuar al aire libre es difícil. Nos han prometido ponerlo en condiciones, pero es una promesa vieja ya", señala Hernán, y agrega: "hemos solicitado a las autoridades del Gobierno de la Ciudad un espacio propio, sabemos que el proyecto es ambicioso, en realidad nuestro sueño es armar en la Ciudad de Buenos Aires la primer sala estable dedicada al teatro de títeres, estamos a la espera, haciendo".
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