Viviendo a través de las marionetas
Por: Linny Suárez
Fecha: 09 de Noviembre de 2005 / Fuente: Nueva Prensa de Guayana / URL: http://www.nuevaprensa.com.ve/ver_art.php?cod=28285
Trabajar con niños y muñecos ha sido la forma de vida de este titiritero desde que hizo su primera figura con frutas y palillos cuando tenía apenas 5 añitos de edad.
En muchos semáforos de Puerto Ordaz, las noches se visten de fuego mediante malabares encarnados por jóvenes que buscan en esa práctica bohemia, distraer a los conductores y recolectar unas pocas monedas.
Sin embargo, no muchos se sorprenderían al saber que uno de esos artífices del fuego es Eddy Salazar--el hijo--, pues el muchacho que juega entre el parque automotor guayanés con sus hilos de fuego heredó de su padre esa riqueza, entrega y deseo de ir por la vida llenando de sonrisas y diversión la vida de otros.
Y es que Eddy Salazar no sólo ha enseñado a su hijo a vivir de una manera tan desenfadada, sino que su vida misma ha sido una gran historia de altos y bajos, donde los niños siempre han sido los principales protagonistas.
De la perla del CaribeEste icono del teatro de muñecos en Ciudad Guayana nació en la Isla de Margarita hace 64 años. Autodidacta y muy inquieto intelectualmente desde pequeño, el sonriente Eddy se inclinó por actividades de corte cultural y artístico desde muy temprana edad.
Habiendo visitado hoy casi una cuarta parte del mundo a lo largo de sus viajes, el hoy mayor pero siempre alegre titiritero mantiene un hablar rápido y divertido que contrasta con la sobria barba blanca que enmarca su rostro, pero que nos recuerda la rebeldía propia de un artista.
Mis maestrosAl preguntarle quienes lo adentraron de forma profesional en las artes teatrales de las marionetas y los títeres, Salazar recuerda con un particular cariño a su mentor Luis Lussi, hombre que le enseñaría a elaborar muñecos que caricaturizan rasgos del ser humano.
Sin embargo, no dejó de mencionar a Fabián de León como el maestro de quien aprendería las técnicas para manejar las “complicadas y misteriosas marionetas”.
Tienda de MuñecosPara encontrar a Eddy Salazar habría que buscarlo en cualquier escuela enseñando a los pequeños la magia de los títeres, o en fiestas infantiles, o en eventos de corte cultural nutriendo el espíritu, pero para no perder el viaje lo más seguro es hallarlo entre sus marionetas y títeres de todos los tamaños en la sede de la fundación Tienda de Muñecos ubicada en el Centro Comunal de Villa Brasil.
Entre máscaras, reconocimientos, telas, diplomas y gran parte del patrimonio acumulado por este cuentacuentos durante sus 30 años de vida artística en Guayana, Eddy continúa sin desfallecer educando a través de los muñecos, herramientas que para él no son sólo medios pedagógicos o didácticos, sino que constituyen la materialización de esa conciencia que es imprescindible inculcar en niños, adolescentes y jóvenes.
La carrera de mi vida“Hacer títeres es muy fácil, pero es muy serio”. Así describió Eddy la profesión que ha desempeñado durante toda su vida, la cual le ha llenado de satisfacciones, decepciones, reflexiones, reconocimientos y aprendizajes.
Además ha sido enfático en afirmar: “soy titiritero porque me considero una persona creativa y porque los muñecos pueden lograr cosas que los maestros a veces no consiguen...”, resaltando en esta frase el alcance de sus adorados y versátiles muñecos.
No obstante, su larga experiencia le ha dotado de exigentes criterios, los cuales han agudizado en Eddy la crítica natural que caracteriza a los artistas; condición que avala sus declaraciones acerca de los políticas gubernamentales en materia de cultura.
Políticas ausentes
Visiblemente convencido, este hombre pequeño de grandes sentimientos aseveró que “las políticas culturales están ausentes... señalando que las que existen son inadecuadas, y aclarando que no se refiere a cuartas o quintas repúblicas, sino a la cultura y específicamente al área de los títeres...”.
Uno de los aspectos que Eddy resaltó como falla en la aplicación de programas y políticas públicas fue la falta de evaluaciones que describan las condiciones en que se encuentran los espacios culturales con que cuenta la ciudad. “En nueve años ningún director de cultura o representante de la alcaldía ha visitado esta sala...” sentenció refiriéndose al miniteatro que está ubicado cerca de la fundación Tienda de muñecos en el centro comunal de Villa Brasil.
Aspecto nada más...A pesar de todo el esfuerzo que Eddy Salazar realiza para continuar con su labor sociocultural, él está consciente que mucha gente no cree en eso y que en ocasiones él y sus colegas son atacados por su aspecto.
“No creo que exista un titiritero malandro... En realidad no creo que ningún artista pueda serlo--bueno aunque tengamos la pinta de... (risas)--porque existe una conciencia clara de lo que hacemos” agregó en defensa propia y de sus colegas.
Por otro lado, Eddy explicó que los niños viven las tragedias del artista, y en ese sentido, es positivo el balance de la participación de la comunidad infantil en el quehacer cultural regional.
Legado CulturalEl ritmo de vida actual ha ido excluyendo a los artesanos y artistas de corazón, desprotegiendo los legados culturales que algunos héroes incógnitos han creado fruto del esfuerzo y dedicación.
Reconocido con la orden “Mérito al Trabajo” en su segunda clase y orden “Mérito al Teatro” en su primera clase, Eddy Salazar trabajó durante 20 años para la CVG como promotor social llevando los títeres a todas las instancias posibles como escuelas, hospitales, plazas y otros.
Su labor no sólo se ha limitado a lo cultural, pues como todo artista, Salazar tiene una alto sentido crítico y social que lo ha llevado a educar a través de los títeres y hasta enseñar a niños, jóvenes y adultos a elaborar marionetas con materiales de desecho, además de colaborar durante algunos años con la página infantil de un reconocido medio de comunicación de la ciudad.
Es así como este “Señor de los Muñecos” llamado Eddy Salazar, de mirada traviesa y sonrisa sincera, sigue y seguirá sembrando ilusiones a través de sus títeres y marionetas, regalándole a Ciudad Guayana el mayor de los tesoros: niños conscientes de su realidad creativa y convencidos que es posible cambiar, creer y construir un mundo mejor para el futuro.
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