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TEATRIN VIAJERO

La Entrevista

UNA ENTREVISTA INEDITA DE GILIO A JAVIER VILLAFAÑE. LA VIDA EN LAS MANOS.

UNA ENTREVISTA INEDITA DE GILIO A JAVIER VILLAFAÑE. LA VIDA EN LAS MANOS.

Por María Esther Gilio
Fuente: diario "Página 12"
Disponible en: http://www.pagina12.com.ar

Considerado por muchos el mejor titiritero del mundo, autor de infinidad de libros de cuentos para chicos, artesano ambulante que recorrió el mundo con una valija y su inseparable Trotamundos, obsesionado con Dios, la Muerte y el Diablo (a los que también dio vida), narrador de una sensibilidad en extinción, JAVIER VILLAFAÑE estaba convencido de que iba a morir con sus creaciones (algo que incluso habían discutido juntos). A diez años de su muerte, Radar reproduce una entrevista inédita de María Esther Gilio al hombre que hablaba con la Muerte.


“Monarca de los titiriteros”, dijo el rey Juan Carlos inclinándose ante Javier Villafañe, “Rey entre los reyes, el más justo y admirable”, respondió Javier Villafañe inclinándose ante el rey Juan Carlos. “Chámpate, chámpate”, dicen que dijeron los niños que presenciaban las inclinaciones de ambos reyes al mejor estilo Lejano Oriente.

Pero hoy, Maese Javier no está más con nosotros. Diez años hace (mayo de 1996) que emprendió el último viaje. Querríamos saber si consiguió convencer a Dios de que lo dejara bajar al infierno, para él más divertido. Creemos que Dios no aceptó su propuesta, no se quiso perder a alguien tan loco, cariñoso y divertido y lo tiene a su diestra anotando las noticias menos celestiales del día. Sus colegas seguramente siguen haciéndolo enojar diciéndole: “Tú eres el mejor titiritero que ha puesto sus pies en el mundo”.

¿Sabe Javier? Yo creo que García Márquez lo leyó a usted y en sus cosas encontró una puerta por la que meterse. Mire, tomo cualquier libro suyo, lo abro en cualquier parte, leo y recuerdo siempre a García Márquez. Yo creo que fue usted quien inventó el realismo mágico.

–Ah, García Márquez, amo a ese hombre. Pero hay algo, si nosotros pudiéramos. Los niños pueden. Fíjese, un chico que nunca había leído a García Márquez me cuenta ese cuento de Dios que cae en el gallinero de una casa. “A mí se me ocurren muchas cosas”, me dijo el chico cuando le pregunté. “Pero nadie me pide que las escriba. Y después que las cuento...” Claro, sentía que ya no era necesario escribirlas –dijo Javier Villafañe con esa voz grave, algodonosa, sin aristas y apenas audible. Una voz que escuchada luego, en la cinta, tiene sonido de viento pasando entre las hojas o de agua corriendo, tan pareja, continua y uniforme que se hace difícil separar una palabra de otra. O dicho de manera más sincera, una voz que transforma la desgrabación en un infierno, tanto que llegué a adorar mi propia voz en el grabador, cosa que no me sucede jamás, y sonreí deleitada cuando me escuché limpiamente decir: “Es Trotamundos el personaje que más quiere?”

–Sí, creo que Trotamundos es mi hijo preferido.

No siempre el hijo preferido tiene el mejor padre. Hay amores que ahogan.

–Sí, por algo se queja Trotamundos de que los cuchillos que llevamos en la valija son de utilería. “Porque un día voy a matarte”, dice. Y cuando yo le pregunto por qué, él dice: “Porque eres mi padre”. Pero no sé si es el que más quiero. A usted le parecerá mentira. Yo le he hecho varios reportajes a Trotamundos, uno cuando cumplió la mayoría de edad, otro en España y otro que luego escribí en algún libro. Pero yo los quiero mucho a todos. De pronto estoy preparando los muñecos para viajar y digo: “Voy a llevar sólo a Trotamundos, al Diablo, a la Muerte y a estos dos”. Y miro a los otros y me digo: “No, no, ¿cómo voy a dejar a estos otros?, no puedo”. Y al final los llevo a todos. Usted dirá que hago literatura.

Pero cómo voy a decir que hace literatura si le estoy mirando los ojos. Le da pena dejarlos.

–Claro, claro. Y hace unos días, de pronto, le dije a Trotamundos: “Mirá si yo te dejara. Ah, te das vuelta la cabeza para el otro lado, como si no quisieras oír”. Y en ese momento Luz Marina, mi mujer, que entra en el cuarto, pregunta: “¿Qué decías?”. “No, nada, nada”, le contesto yo. Luz me mira y tampoco dice nada. Ella sabe que yo hablaba con Trotamundos. Hablo mucho con él, es el muñeco con el que más hablo.

Usted, en sus obras, habla a menudo de la muerte. Es una muerte que no asusta la suya, tal vez porque con ella se puede dialogar, y nosotros confiamos mucho en el diálogo.

–Sí. Yo creo que los uruguayos creen en el diálogo. Y está bien, hay que tener esa confianza. Mire lo que me pasó una vez. Yo estaba enfermo, muy enfermo, y tenía que morir porque me había atacado una terrible pulmonía. Entonces me dije: “Está bien, algún día tenía que morir, pero no todavía. Veamos qué hago”. El médico, muy amigo, venía tres o cuatro veces por día a verme. Buscaba un pretexto y venía, porque sabía que en cuanto él se diera vuelta, paf, yo me le iba. Se me ocurrió una cosa. Cuando él entró una de esas veces yo empecé a hablarle en voz muy muy alta, tan alta como si en un teatro debieran escucharme desde el paraíso. “Mirá, yo quiero salir de esto porque tengo que terminar un libro, y además tengo un contrato que cumplir dentro de cinco años”. “Sí, sí”, dijo él y le preguntó a mi compañera: “¿Qué le pasa a Javier, está sordo?”. “El tiene bien el oído, no está sordo”, dijo ella. Y él: “No sé, ha entrado en una cosa delirante”. Cuando ya se iba lo llamé: “Acercate”, le dije. “¿Sabés por qué te hablaba tan alto? Porque a lo mejor la muerte está escuchando. La muerte está detrás de todas las paredes, las puertas. Si me oye va a decir: ¿Cómo voy a llevarme a este viejo que tiene tantas cosas que hacer?”.

¿Tiene, sí, muchas cosas que hacer?

–No, no tantas, eso fue para engañar a la muerte. En realidad ya hace un tiempo que me digo: “Quiero ver amigos, leer, tomar vino y dejar que el tiempo pase sin ponerme a contarlo”.

Sabe Javier que la cara de Maese Trotamundos es un poco triste, escéptica, bueno, además de inteligente. Trotamundos es muy inteligente, creo.

–Sí, es. ¿Le miró los ojos, los miró bien? Tienen muchos años esos ojos para un títere. El nació en 1933, ya llegó a la mayoría de edad y ya me hizo todos los reproches que se le hacen a un padre a esa altura. Me dijo: “Yo no hablo así, ésa no es mi voz. Usted no conoce la voz de ninguno de nosotros. No conoce nuestra manera de caminar. Nos hace caminar como camina usted”.

Y también: “¿Por qué no hay en la maleta un revólver con balas que maten y un cuchillo filoso? ¿Y si yo me quisiera suicidar?”. ¿Qué sabe Trotamundos sobre la muerte?

–El sabe que moriremos juntos porque se lo anunció una adivina. El me ha dicho: “Le tengo miedo a la muerte. Por favor, mírese a un espejo. Usted ha envejecido. Tiene la barba totalmente blanca. Está tan viejo que puedo matarlo con un cuchillo de utilería”. Y hablando de esto recuerdo a una titiritera que un día conocí, con la que hablamos muy largamente de nuestros viajes y nuestros muñecos. Quiso mostrármelos. Abrió la maleta que tenía cerrada desde hacía largo tiempo y adentro sólo había polvo. Era la realidad más terrible de la muerte. Ella se puso muy triste. Esa imagen no se me borrará jamás. Los muñecos se habían transformado en polvo.

Usted es tan vital que uno jamás lo asociaría con la muerte. Sin embargo en su literatura siempre está allí nomás, tan cerca del niño como del anciano.

–Ella está presente en todas las cosas, en el amor –“Largas horas tiene el día, el amor sólo un instante”–, está en esta llave que parece tan fuerte y que un día no será más esta llave, derecha, dorada y dura. Tengo un poema sobre la muerte pero mala memoria.

Neruda dijo en una charla que para él había una sola forma de olvidar a la muerte: el amor. También decía “un poeta no puede vivir ni escribir sin estar enamorado”.

–Un titiritero tampoco. No se puede ni se debe. Aunque a veces el amor se termina y uno sufre.

No lo veo sufriendo.

–Sí, sí, he sufrido. Yo he tenido muchas novias, muchas amigas. Y a veces alguna me ha dicho: “Basta, se acabó, andate”. Porque el amor se había terminado pero yo no lo sabía, no sentía que se hubiera terminado. Aunque algo había hecho para que eso ocurriera. Yo me quedaba muy, muy triste.

Muy, muy triste, pero por muy poco tiempo, ¿verdad?

–Sí, ¿cómo lo sabe? Se me pasaba pronto.

Porque encontraba otra.

–Sí, sí. La compañera que más tiempo me ha durado es Luz Marina, 10 años.

¿A usted, más que Dios le gusta el diablo, verdad?

–Sí, me gusta más. El diablo es más ingenioso.

¿Dios es más previsible?

–Las cosas que se le ocurren al diablo jamás se le pueden ocurrir a Dios. Yo tuve un problema con Dios. En cambio a mí el diablo nunca me dio un dolor de cabeza.

Le gusta más el diablo, sin embargo usted va a tener que bancarse a Dios por una eternidad. Yo no lo veo en el infierno.

–Sí, pero el infierno debe ser muy aburrido, quiero decir el cielo. Siempre me equivoco, pienso cielo y digo infierno o al revés, ¿por qué será que me equivoco? Le preguntaré a San Simeón, el santo patrono de los titiriteros, él debe saber, fue el primer hombre que tuvo al niño Jesús en sus brazos.

¿Antes que José? ¿Sabía que un grupo de católicos quieren rever la virginidad de María y la paternidad de José?

–Yo tengo un poema que dice “Santo Dudoso de la fidelidad de su esposa”. Está en un libro que quiero mucho: Historiacuentapoema. Allí también está la historia de un venezolano, el doctor José Gregorio Hernández, al que quieren hacer santo. El pueblo está empeñado en eso. Pero hay algunas cosas en contra.

¿Qué cosas?

–Que se teñía los bigotes. Y además su muerte, que no fue heroica. El único auto que funcionaba en toda Venezuela lo mató. El cruzaba la calle luego de haber comprado en la farmacia remedios para una anciana menesterosa cuando se topó con el auto homicida.

Cómo es esa historia del payaso cuyo pipi, dice usted, crece y crece, tanto que lo tapan con una sábana y la sábana parece una bandera en su mástil. Usted dijo que ese payaso existió.

–Sí, existió. Su mujer se reencontró un día con una amiga del colegio y así se reanudó un amor nacido en la infancia. Ella dejó al payaso y se fue a vivir con su amiga. El payaso me lo contó todo, me dijo cómo ella en la noche se demoraba en llegar a la cama. Y cómo decía: “Estoy cansada”. Me dijo que él la acariciaba pero sentía el rechazo de su cuerpo. Mi caricia tocaba su sudor frío y resbaloso como el vientre de un reptil, dijo. Ella, Maricarmen, se fue un día con Maite, su ex compañera de colegio. “Suerte que se fue con una mujer”, me dijo el payaso, “si se hubiera ido con un hombre, la mato. Yo no soy un cornudo”. Era tan inocente aquel payaso. Uno al final se confunde y no sabe qué es fantasía y qué es realidad. Ocurren cosas tan raras. Mire lo que pasó con aquella mujer que se había enamorado de un gallo.

¿Quién era?

–Era la hija de un general con las paredes de su casa llenas de sables, y las vitrinas de medallas. Muere el marido, que era coronel, y entonces se enamora del gallo. ¿Qué hacer? –dice Javier riendo para adentro, con una risa silenciosa que todo el cuerpo acompaña–. Hija de un general y mujer de un coronel, lo primero que hace cuando ve que el gallo ni la mira es matar una a una todas las gallinas. Hecho esto, va y convida al gallo, que ahora llama Juan, para que entre a su casa. Pero Juan se niega. Entonces ella toma una cesta llena de maíz y los va tirando para que Juan la siga. Le lleva días enseñarle a entrar, a subir la escalera. Pero lo consigue. Y luego consigue que se suba a la cama, para lo cual desparrama granos sobre las sábanas y sobre su sexo. Pero para seducirlo más aún, busca gusanos y los pone sobre sus senos y su sexo.

¡Mi Dios! ¿Y cómo termina?

–Con la hija del general y viuda del coronel diciendo: “¡Juan! ¡Juan! ¡Juan!”. Pero no sonría que esta historia no tiene un final feliz. Un día Juan desapareció, entonces la hija del general lo buscó, lo buscó y lo buscó. Aquí, allá y más allá. Pero no lo encontró. “Me lo robaron las solteronas de mis cuñadas”, dijo finalmente.

Cuénteme ahora de ese viaje que hizo con un teatrito por la ruta del Quijote.

–Sería tan largo de contar ese viaje que 20 cintas no alcanzarían. Porque allí andábamos despacio todos los que íbamos, que éramos diez. Cuatro titiriteros, dos fotógrafos, un ventrílocuo, un cronista y un estudiante. La gente en estos pueblitos no tiene urgencias. La gente conversa mirando cómo el humo de las pipas sube y se confunde con el humo de las nubes. Allí la gente distrae su ocio contemplando el vuelo de los ángeles, mientras sentada al sol teje su propia mortaja, porque quiere entrar vestida al cielo. Allí las gentes se saludan diciendo: “Vaya con Dios y la buena hora”. Y le cuento que es tan fuerte el espíritu del Quijote de La Mancha que todos terminamos hablando como si fuésemos personajes de El Quijote. Escuche: “En puerto Lápice tocónos ser huéspedes de doña Lola, mujer que nos tratara tan mal y tan bien como sólo se trata a la familia”. ¿Qué le parece?

Escrito por Cervantes.

–No exagere si quiere que le crea.

Bueno, otra pregunta, la última. Usted ha dicho: “El títere es la sombra del hombre”.

–Es que están tan unidos. Puede ser así y también al revés. Yo quería hacer algo en que estuvieran unidos el titiritero, el títere y el teatro. Como si en las venas de los tres corriera la misma sangre. Y esta idea, este deseo que tengo de esta obra me hace doler el pecho. Yo creo que todo lo que uno ama es dolor.

Esto lo dice un personaje suyo, un titiritero miserable que anda por ahí con su hijo, su pequeño teatrito y tres personajes: la Novia, la Muerte y el Soldado. El dice: “Felices y desdichados aquellos que no aman su oficio”.

–Pobrecito del que ejerce su oficio sin dolor. Duele, duele el oficio. Cómo duele.

Viviendo a través de las marionetas

Viviendo a través de las marionetas

Por: Linny Suárez 

Fecha: 09 de Noviembre de 2005 / Fuente: Nueva Prensa de Guayana / URL: http://www.nuevaprensa.com.ve/ver_art.php?cod=28285

Trabajar con niños y muñecos ha sido la forma de vida de este titiritero desde que hizo su primera figura con frutas y palillos cuando tenía apenas 5 añitos de edad.

En muchos semáforos de Puerto Ordaz, las noches se visten de fuego mediante malabares encarnados por jóvenes que buscan en esa práctica bohemia, distraer a los conductores y recolectar unas pocas monedas.

Sin embargo, no muchos se sorprenderían al saber que uno de esos artífices del fuego es Eddy Salazar--el hijo--, pues el muchacho que juega entre el parque automotor guayanés con sus hilos de fuego heredó de su padre esa riqueza, entrega y deseo de ir por la vida llenando de sonrisas y diversión la vida de otros.

Y es que Eddy Salazar no sólo ha enseñado a su hijo a vivir de una manera tan desenfadada, sino que su vida misma ha sido una gran historia de altos y bajos, donde los niños siempre han sido los principales protagonistas.

De la perla del Caribe

Este icono del teatro de muñecos en Ciudad Guayana nació en la Isla de Margarita hace 64 años. Autodidacta y muy inquieto intelectualmente desde pequeño, el sonriente Eddy se inclinó por actividades de corte cultural y artístico desde muy temprana edad.

Habiendo visitado hoy casi una cuarta parte del mundo a lo largo de sus viajes, el hoy mayor pero siempre alegre titiritero mantiene un hablar rápido y divertido que contrasta con la sobria barba blanca que enmarca su rostro, pero que nos recuerda la rebeldía propia de un artista.

Mis maestros

Al preguntarle quienes lo adentraron de forma profesional en las artes teatrales de las marionetas y los títeres, Salazar recuerda con un particular cariño a su mentor Luis Lussi, hombre que le enseñaría a elaborar muñecos que caricaturizan rasgos del ser humano.

Sin embargo, no dejó de mencionar a Fabián de León como el maestro de quien aprendería las técnicas para manejar las “complicadas y misteriosas marionetas”.

Tienda de Muñecos

Para encontrar a Eddy Salazar habría que buscarlo en cualquier escuela enseñando a los pequeños la magia de los títeres, o en fiestas infantiles, o en eventos de corte cultural nutriendo el espíritu, pero para no perder el viaje lo más seguro es hallarlo entre sus marionetas y títeres de todos los tamaños en la sede de la fundación Tienda de Muñecos ubicada en el Centro Comunal de Villa Brasil.

Entre máscaras, reconocimientos, telas, diplomas y gran parte del patrimonio acumulado por este cuentacuentos durante sus 30 años de vida artística en Guayana, Eddy continúa sin desfallecer educando a través de los muñecos, herramientas que para él no son sólo medios pedagógicos o didácticos, sino que constituyen la materialización de esa conciencia que es imprescindible inculcar en niños, adolescentes y jóvenes.

La carrera de mi vida

“Hacer títeres es muy fácil, pero es muy serio”. Así describió Eddy la profesión que ha desempeñado durante toda su vida, la cual le ha llenado de satisfacciones, decepciones, reflexiones, reconocimientos y aprendizajes.

Además ha sido enfático en afirmar: “soy titiritero porque me considero una persona creativa y porque los muñecos pueden lograr cosas que los maestros a veces no consiguen...”, resaltando en esta frase el alcance de sus adorados y versátiles muñecos.

No obstante, su larga experiencia le ha dotado de exigentes criterios, los cuales han agudizado en Eddy la crítica natural que caracteriza a los artistas; condición que avala sus declaraciones acerca de los políticas gubernamentales en materia de cultura.

Políticas ausentes
Visiblemente convencido, este hombre pequeño de grandes sentimientos aseveró que “las políticas culturales están ausentes... señalando que las que existen son inadecuadas, y aclarando que no se refiere a cuartas o quintas repúblicas, sino a la cultura y específicamente al área de los títeres...”.

Uno de los aspectos que Eddy resaltó como falla en la aplicación de programas y políticas públicas fue la falta de evaluaciones que describan las condiciones en que se encuentran los espacios culturales con que cuenta la ciudad. “En nueve años ningún director de cultura o representante de la alcaldía ha visitado esta sala...” sentenció refiriéndose al miniteatro que está ubicado cerca de la fundación Tienda de muñecos en el centro comunal de Villa Brasil.

Aspecto nada más...

A pesar de todo el esfuerzo que Eddy Salazar realiza para continuar con su labor sociocultural, él está consciente que mucha gente no cree en eso y que en ocasiones él y sus colegas son atacados por su aspecto.

“No creo que exista un titiritero malandro... En realidad no creo que ningún artista pueda serlo--bueno aunque tengamos la pinta de... (risas)--porque existe una conciencia clara de lo que hacemos” agregó en defensa propia y de sus colegas.

Por otro lado, Eddy explicó que los niños viven las tragedias del artista, y en ese sentido, es positivo el balance de la participación de la comunidad infantil en el quehacer cultural regional.

Legado Cultural

El ritmo de vida actual ha ido excluyendo a los artesanos y artistas de corazón, desprotegiendo los legados culturales que algunos héroes incógnitos han creado fruto del esfuerzo y dedicación.

Reconocido con la orden “Mérito al Trabajo” en su segunda clase y orden “Mérito al Teatro” en su primera clase, Eddy Salazar trabajó durante 20 años para la CVG como promotor social llevando los títeres a todas las instancias posibles como escuelas, hospitales, plazas y otros.

Su labor no sólo se ha limitado a lo cultural, pues como todo artista, Salazar tiene una alto sentido crítico y social que lo ha llevado a educar a través de los títeres y hasta enseñar a niños, jóvenes y adultos a elaborar marionetas con materiales de desecho, además de colaborar durante algunos años con la página infantil de un reconocido medio de comunicación de la ciudad.

Es así como este “Señor de los Muñecos” llamado Eddy Salazar, de mirada traviesa y sonrisa sincera, sigue y seguirá sembrando ilusiones a través de sus títeres y marionetas, regalándole a Ciudad Guayana el mayor de los tesoros: niños conscientes de su realidad creativa y convencidos que es posible cambiar, creer y construir un mundo mejor para el futuro.

TÍTERES PARA CREAR, TÍTERES PARA CREER : Entrevista a Adelaida Mangani - Argentina

<strong>TÍTERES PARA CREAR, TÍTERES PARA CREER : Entrevista a Adelaida Mangani - Argentina</strong> Títeres para crear, títeres para creer
Por: Hilda Cabrera.
Fuente: Página 12
Fecha: 28 de junio de 2005

Adelaida Mangani
Es música, actriz, titiritera y docente. Autora y escritora en el área de Educación por el Arte. Directora de Institutos de la Dirección General de Enseñanza Artística de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Buenos Aires. Miembro del Consejo de Dirección del Teatro Municipal General San Martín. Directora de la Escuela de Títeres del Teatro General San Martín y Directora del Grupo de Titiriteros del Teatro General San Martín. Entre sus últimas producciones se encuentran El Pájaro Azul de Maeterlinck, La Novia de los Forasteros de Pedro Pico, El Gran Circo de Ariel Bufano, Teodoro y la Luna de Eduardo Rovner.

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La actriz, titiritera y directora cuenta cómo combinó a Galeano y H. C. Andersen en la puesta de La mujer de la lámpara.

Cuando el grupo El Candil la invitó a realizar una puesta en base a La niña de los fósforos, del escritor danés Hans Christian Andersen, la actriz, titiritera y directora Adelaida Mangani se planteó con urgencia cómo contar un cuento en escena y cuál sería en esta dramaturgia el lugar del narrador. Encontró inspiración en dos textos del escritor uruguayo Eduardo Galeano incluidos en el libro Mujeres. Descubrió allí "personajes a los que les era familiar el arte de contar". Entonces surgieron "la mujer de las cajas y la de los volados", protagonistas de la obra que Mangani dirige y musicaliza, y para la que ha diseñado los títeres. La pieza se denomina La mujer de la lámpara y se ofrece los viernes a las 21.30 en la nueva sala El Grito, de Costa Rica 5459, con actuaciones de Marta Cabrera y Mabel Marrone. Tres escenarios o cajas transparentes dan cabida a esta historia que desmitifica la muerte, quitándole dramatismo, y tiene como centro a una niña sola y aterida de frío en una gran ciudad.

Las actrices se multiplican, componiendo diferentes personajes y animando objetos.
Mangani dice querer "compartir emociones simples y profundas con el espectador", partiendo del desamparo de una niña que acaso pudo llegar a ser mujer, como si aquélla del relato de Andersen no hubiera muerto de frío. El cuento aguijonea el presente de dos narradoras adultas: "Es que ese texto tiene gran implicancia social –advierte la directora–, nos instala en problemas que no se han resuelto, como la pobreza, la soledad y la indiferencia. La niña, desesperada, enciende todos los fósforos que tiene para vender y alucina imaginando situaciones gratas". Mangani suma al relato otros escritos de Andersen. La intención es "subrayar la importancia que tiene en la literatura de este autor la necesidad de crear y creer", sostiene la directora. "Cuando se cree en algo, se puede seguir creciendo. Esta niña llega con su imaginación a mundos que trascienden las circunstancias dolorosas de su vida. Entre el pequeño incendio que provoca el encendido de fósforos y la aparición de una serie de objetos luminosos, ella cree ver a su abuela, a la que tanto extraña. Este cuento es para mí una reflexión sobre la creación y sobre el arte".

–Es también uno de esos relatos que en la niñez nos hicieron llorar.

–Porque nos identifica con algo muy real, como es el desamparo de un niño en la calle. Son situaciones que, cuando nos pegan, nos emocionan de manera muy primaria.

–Se realizaron este año varias puestas de Andersen para el público infantil. ¿Cómo fue este pasaje al mundo de los adultos?

–Este año se recuerdan los 200 del nacimiento de Andersen y esto explica tantas puestas. En nuestra obra, aquella niña del cuento "atraviesa" el sentimiento de desamparo de una de las mujeres narradoras. La historia se cuenta de manera diferente porque aquí hay actores y títeres, y el lenguaje de los títeres no se basa demasiado en la escritura.

–En Gaspar de la Noche, otro espectáculo suyo con actores y títeres para adultos, inspirado en un texto de Aloysius Bertrand, se atendía al texto y era complejo.

–Cuando se utilizan escritos como el de Bertrand, y además fragmentados, la obra puede resultar hermética. En La mujer de la lámpara aparecen elementos de otros cuentos de Andersen que posiblemente el espectador no conozca, como pudo haber sido con los de Gaspar... Por eso prefiero destacar aquí no tanto la escritura como los aspectos más simples, por ejemplo una rosa o un garbanzo que se iluminan. Es fundamental que el público pesque la imagen y después le dé el significado que quiera.

–¿Por qué no dirigirlo?

–A veces una se tienta y pretende guiarlo, pero es mejor no hacerlo.

–No pasaba lo mismo en Tinieblas de un escritor enamorado, de Eduardo Rovner, también un trabajo de títeres para adultos.

–Darle demasiada importancia al texto acaba siendo un problema para el títere, porque no puede sostenerlo como un actor. Por eso el recurso en aquella obra fue generar climas. Esa era la historia de un escritor atrapado por la fantasía del amor eterno, casi un descenso al infierno.

–¿Qué clima prefiere para los títeres?

–Me siento cómoda en la poesía y también combinando poesía con música. En Gaspar... una mujer cantaba flamenco. Como obra de prosa poética, hice en 1990 una versión de Mariana Pineda, de García Lorca.

–¿Cuál es la diferencia entre títeres y objetos cuando a éstos se les confieren actitudes humanas?

–En rigor, ambos son objetos, sólo que al ser trabajados dramáticamente se convierten en títeres. Si hablamos en forma general, diría que los antropomórficos son títeres y todo lo demás son objetos. Somos nosotros los que convertimos a los objetos en "personas". Como quizá ninguna otra disciplina, el teatro de títeres descubre la esencia de la convención teatral. Esta nos dice que es preciso un acuerdo previo entre artistas y público por el cual unos y otros se comprometen a creer en aquello que se muestra en escena. Si aceptamos, por ejemplo, que una taza es un ser que piensa y siente, nuestra fantasía no tendrá límites.

AGRUPACIÓN venezolana TEATRO TEMPO de gira por varias provincias de CUBA

<strong>AGRUPACIÓN venezolana TEATRO TEMPO de gira por varias provincias de CUBA</strong> Presentaciones de la agrupación venezolana TEATRO TEMPO en Cuba, durante el mes de junio de 2005.

PROGRAMACIÓN PARA NIÑOS

Teatro Nacional de Guiñol (Ciudad de La Habana): del 10 al 12
Matanzas: del 13 al 17
Sancti Spiritus: del 18 al 20
Camagüey: del 21 al 23
Granma: del 24 al 26
Holguín: del 27 al 29

PRODUCCIONES PARA NIÑOS

Obra: El Caballero de la mano de fuego
Autor: Javier Villafañe
Dirección General: Eduardo Di Mauro
Sinopsis: El caballero de la mano de fuego fue inspirado por los títeres (marionetas) de un teatro de inmigrantes italianos que trabajaban en un Barrio de Buenos Aires (La Boca), que motivaron al Poeta en el año 1923. Y trata de las viejas leyendas de caballería que tanto abundaba en la ciudad de Palermo (Sicilia - Italia). Claro está que adaptada a los títeres de guante y con el ritmo que esta técnica necesita. Como todas las gestas de caballería es el tema del rescate de un valiente caballero a una princesa.

Obra: La calle del caballo volador
Autor: Javier Villafañe
Dirección General: Eduardo Di Mauro
Sinopsis: La calle del caballo volador conforma una de las obras más logradas en el teatro de títeres de guante, donde se perfila un verdadero héroe latinoamericano: Juancito, pícaro, galante, simple, popular, temeroso y desde luego valiente. María es una muchacha coqueta, enamorada, ansiosa que enfrentada a una situación difícil para ella, llora sin cesar magnificando cualquier suceso, sobretodo en presencia de su amado Juancito.

Por supuesto, como en casi todas las obras de títeres, se resuelve el conflicto con los clásicos garrotazos que terminan con el diablo y los fantasmas.

Según Eduardo Di Mauro:
"Ambas obras, escritas por el poeta y titiritero Javier Villafañe, son ya parte del repertorio para niños más representados de América Latina, desde México hasta la Patagonia argentina; solamente en los teatros 'La Pareja', 'Barines de Muñecos', 'TEMPO', 'El Colibrí' y otras agrupaciones venezolanas, se han realizado varios miles de representaciones".

TEATRO DE LAS ESTACIONES - MATANZAS, CUBA

<strong>TEATRO DE LAS ESTACIONES - MATANZAS, CUBA</strong> Visitar la sede web de Teatro de Las Estaciones

Fundado en 1994, en la Ciudad de Matanzas, Teatro de las Estaciones se dedica a promocionar el arte de los títeres y su universo maravilloso, apropiándose de las más viejas tradiciones hasta las técnicas de animación más experimentales.

Trabaja con los textos de la dramaturgia nacional e internacional dedicada a los títeres, entre los que se destacan autores como Federico García Lorca, Javier Villafañe, Modesto Centeno y Dora Alonso, entre otros. Pelusín del Monte, Amigo, Alelé, Libélula y el Señor Mascuello, forman parte de una galería de personajes, pertenecientes a la herencia del Teatro Nacional de Guiñol de Los Hermanos Camejo y Carril.

III Aniversario del Teatro de Las Estaciones
Teatro de Las Estaciones ha obtenido el Premio Villanueva de la Crítica Teatral, el Caricato de la UNEAC, el Rubén Vigón de diseño escénico, el Avellaneda del Festival de Camaguey, y otros lauros en los festivales de Guanabacoa, Pequeño Formato de Santa Clara, entre otros.

Se ha presentado en Festivales Internacionales de Títeres de España, Italia, Estados Unidos, México y recientemente en el Festival Mundial de la Marioneta de Charleville-Mezieres, Francia.

Fusionan la teoría y la investigación con la práctica escénica y la realización de conferencias, documentales, libros y exposiciones.