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TEATRIN VIAJERO

EL QUIJOTE ANDA en el TEATRO NACIONAL DE GUIÑOL DE CUBA

<em>EL QUIJOTE ANDA</em> <strong>en el TEATRO NACIONAL DE GUIÑOL DE CUBA</strong> Por: Esther Suárez Durán

(Cubarte).- Iniciándose el Año Cervantino en que la cultura iberoamericana rinde homenaje a una de sus principales figuras con la celebración del cuatrocientos aniversario de la creación de esa obra monumental que es Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra, el Teatro Nacional de Guiñol acaba de estrenar el pasado 12 de marzo El Quijote anda, un texto del reconocido dramaturgo cubano Freddy Artiles, bajo la dirección artística del maestro Armando Morales, con el elenco y el equipo técnico de esta afamada agrupación capitalina.

De esta manera, Artiles y Morales unen sus talentos en esta nueva versión teatral que, partiendo de algunas situaciones y personajes de la novela original, centra su discurso en la defensa de la imaginación y las utopías.

La puesta en escena mantiene así el trasfondo ético filosófico de la novela que le ha permitido llegar como lectura contemporánea hasta nuestros días, y se propone como un espectáculo destinado más bien a los niños del segundo ciclo de la enseñanza primaria, a los adolescentes y jóvenes, y también al público adulto, convirtiéndose en una propuesta polisémica y convocadora de amplios sectores etarios de público.

Pero no se piense por ello que se trata de un empeño simple que transita por senderos trillados. Texto y puesta denotan un aliento brechteano que se expresa en la conjunción de los planos épicos y dramáticos, así como en la división de la acción en cuadros suficientes en sí mismos, mediante el decursar de los cuales se nos irá exponiendo la intencionalidad de esta particular revisitación de la conocida historia. En tanto Quijote y Sancho, representados por títeres articulados, exponen dramáticamente parte de los episodios, el Ama, el Cura y el Bachiller cumplen la triple función de evocar aquellos otros necesarios para establecer el cosmos de la narración, a la vez que comentan los acontecimientos y establecen la necesaria oposición dramática a las acciones emprendidas por Quijote y Sancho.

De nuevo están presentes algunos de los códigos estéticos que caracterizan la labor de Armando Morales. Sin aforos, con las diablas y los telares a la vista, el escenario desnudo --con apenas una percha y unas tarimas que encumbran una pequeña mesa--, permite que toda la actividad del actor forme parte del espectáculo.

Unos tras otros los actores interpretan los roles del Ama, el Bachiller y el Cura, valiéndose de máscaras que, de esta suerte refuerzan el carácter simbólico de dichos personajes, a la vez que se encargan de animar las figuras de Sancho y Quijote en una praxis compleja que disocia las tareas de la kinesis y la expresión verbal de las mismas, lo cual termina colaborando en la predominancia escénica del títere que, una vez más aquí, nos evidencia la singularidad de sus posibilidades dramáticas en el conocido suceso del enfrentamiento quijotesco a los molinos de viento, uno de los momentos más altos de esta puesta.

En el elenco, donde alternan intérpretes de extensa experiencia y probado talento y oficio, como Sara Miyares y María Luisa de la Cruz , con otros de reciente incorporación se destaca particularmente la joven actriz Riger González, egresada del Instituto Superior de Arte y del Diplomado de Teatro para Niños y Teatro de Títeres, quien realiza con este espectáculo su segunda faena escénica en el Teatro Nacional de Guiñol.

El espectáculo impacta por su misterio, conseguido con los recursos más genuinos del arte: la austeridad de elementos y la entrega del intérprete. Más allá del tejido de palabras, acciones, gestos y hechos que se nos muestra en escena, se intuyen otras densidades.

Como creador genuino, Morales se apropia del acervo de culturas y expresiones artísticas diversas y, en particular, de todo el saber teatral que le antecede. El ritual que se verifica tiene la impronta de las expresiones escénicas del Oriente, mientras la música de Manuel de Falla se inscribe cuidadosamente en el acontecer dramático, la artesanía africana y el modelado de sus figuras titiriteras reaparece en los cuerpos esculturales de Quijote y Sancho, y la cultura popular milenaria se expresa en la basteza de las máscaras.

1 comentario

juan carlos olmos -

estimados amigos,me encantaria recibir noticias de ustedes, me interesa el tema de ustedes,intercambio libretos, estilos etc. saludos abrazos JUAN CARLOS OLMOS